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Los manifestantes jordanos no quieren expulsar al régimen, quieren reformas

Miles de Jordans tomaron las calles el 30 de mayo de 2018 para protestar contra una nueva ley de impuesto a la renta [Nelsherif / Twitter]

Ninguna protesta o movimiento que haya ocurrido en el pasado en Jordania puede compararse con las manifestaciones y huelgas que llevan celebrándose en Jordania durante los últimos días. Realmente podrían describirse como la verdadera versión de la Primavera Árabe en Jordania, comparada con el movimiento masivo que estalló en 2010 y que duró unos dos años. Sin embargo, su composición y naturaleza no son similares a las manifestaciones árabes pacíficas, ya que no llegaron a ese nivel. En cambio, se vio limitada y se vinculó principalmente a fuerzas ideológicas.

Leer: Abajo el gobierno: Protestas en Jordania contra la nueva ley de impuestos

En cuanto a las manifestaciones más recientes, han estado caracterizadas por factores sin precedentes, como la huelga celebrada por los sindicados profesionales el 30 de mayo, algo único que sienta un precedente en la historia moderna. La interacción con la huelga fue buena y estuvo sucedida de manifestaciones por toda Jordania, también en el 4º Círculo en Jabal Amán, donde se encuentran las instalaciones del Gabinete. Estas manifestaciones fueron pacíficas y estuvieron asociadas con grupos no involucrados en el proceso político, y muchos de ellos no cuentan con ninguna experiencia previa en el trabajo político o ni siquiera en manifestaciones populares.

Sobre todo, está claro que existe un gran porcentaje de manifestantes de la clase media y de las nuevas generaciones jóvenes. También hay un gran municipio que presenció manifestaciones con una naturaleza más material y simbólica, aumentando cada vez más la zona geográfica y demográfica de las protestas.

Además, una gran parte de la clase media de Amán, que es de origen jordano-palestino, se ha organizado de forma significativa y colectiva dentro de las manifestaciones, algo que no había sucedido en las últimas décadas.

Pero, ¿qué ha sucedido para que el agua estancada se haya revuelto y la posición de la clase media haya pasado de la negatividad, la inacción y la indiferencia general a la eficiencia, la actividad y el movimiento, después de que una gran parte se negara a participar en el movimiento popular durante el auge de la Primavera Árabe?

La causa directa es el proyecto de ley impuesto sobre la renta que ha afectado a la clase media más que en otras ocasiones al reducir las exenciones fiscales (vivienda y educación) y aumentar el tramo impositivo y el interés bancario esperado, lo que afecta en gran medida a sus préstamos. Todo esto se une a la esperada subida de los precios y a los efectos negativos sobre la inversión, lo cual también perjudica a una porción de la clase media.

Si bien estas son las raciones mencionadas para lograr el objetivo de que el gobierno retire el proyecto de ley de ingresos, la expulsión del gobierno actual es una de las principales demandas de los sindicados que representan a esta clase y que están negociando con el gobierno. Quien analice el discurso de protesta en las calles, así como su alcance, dada la participación de muchas secciones de la sociedad que no se ven afectadas por el proyecto de ley, descubrirá que este proyecto es tan sólo una de las razones detrás de estas manifestaciones, y que, en realidad, es simplemente la gota que colmó el vaso.

Se han acumulado muchas situaciones que han generado una atmósfera negativa en la relación entre el gobierno y las calles. Esto ha quedado reflejado en las cifras recogidas por el Centro de Estudios Estratégicos de Jordania, que impactaron a todo el mundo debido al bajo nivel sin precedentes de la popularidad del gobierno. Esto indica la existencia de una verdadera crisis previa a la aparición del proyecto de ley y sus consecuencias.

Es cierto que parece que la crisis es económica y financiera, vinculada a los presupuestos, los impuestos y al déficit, a la caída de las inversiones, al decrecimiento, a la alta tasa de paro y a la subida de los precios; pero, en esencia, es puramente política. Está vinculada a la brecha cada vez mayor entre la clase política y las clases sociales, tanto la clase media como la generación de jóvenes globalizados.

También incluye a los marginados fuera del "planeta de Ammán occidental". Esto se debe a la incapacidad de la "estructura política funcional", en palabras de Gabriel Almond, de absorber nuevos insumos y variantes en forma de demandas políticas, económicas y sociales, y nuevas fuerzas de apoyo distintas a las fuerzas convencionales.

Por lo tanto, las técnicas y mecanismos con los que opera el gobierno han quedado anticuados y no concuerdan con la naturaleza de los insumos. Esto provoca una gran crisis en la adaptación institucional y funcional experimentada por el sistema político de Jordania.

La buena noticia es que las demandas de las nuevas protestas no llegan al nivel de expulsar al régimen. El pueblo está totalmente convencido de que el régimen jordano es legítimo. Sin embargo, exigen que se lleve a cabo una reforma del proceso político de forma sustantiva y real, así como una absorción de los nuevos cambios.

El viejo juego de evitar esta situación ha llegado a un punto muerto en los últimos días debido al aumento gradual y continuo del nivel y la naturaleza de las manifestaciones.

 

Este artículo se publicó primero en árabe en The New Khalij el 5 de junio de 2018.

Las opiniones expresadas en este artículo pertenecen a su autor y no reflejan necesariamente la política editorial de Monitor de Oriente.

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El Dr. Mohammad Abu Rumman es un investigador especializado en Pensamiento Político y Movimientos Islámicos. Recibió su licenciatura en Ciencias Políticas de la Universidad de Yarmouk en 1995. También posee una Maestría en Ciencias Políticas de la Universidad Al Albayt en 2000. Luego, obtuvo su doctorado, centrado en Filosofía de la Teoría Política, por la Facultad de Ciencias Económicas y Políticas de la Universidad de El Cairo. Abu Rumman es escritor del periódico diario jordano Al-Ghad.

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