El movimiento popular jordano finalizó pocos días después de empezar, con muchos logros y muy pocas pérdidas. Muchos gobiernos y pueblos árabes pueden aprender de las varias lecciones que ha demostrado.
Sin víctimas ni daños materiales, con tan sólo unas pocas lesiones menores, algunas de las cuales se produjeron por accidente debido al exceso de gente, el movimiento ha conseguido muchas cosas, algunas temporales y otras que se irán construyendo en el futuro con determinación.
El logro político y económico más importante es la dimisión del gobierno de Hani Mukli debido a la presión popular. Es un éxito que merece una enhorabuena, y que también supone un acontecimiento sin precedentes en Jordania.
Además de la dimisión del gobierno, el nombramiento del doctor Omar Al-Razzaz también es un logro, debido a su buena reputación personal y administrativa y a no contar con ninguna sospecha de corrupción. Mientras ejerció como ministro de Educación, demostró estar abierto al pueblo y al personal del Ministerio.
El día después de asumir el cargo, Al-Razzaz se comprometió a retirar el proyecto de ley de impuestos, el cual hizo estallar las protestas, y prometió estudiarlo y abrir un diálogo inclusivo con los sindicatos y los diputados. Se trata de un logro importante, no sólo porque apaga la chispa que inició el movimiento, sino porque podría suponer el comienzo de una nueva fase de diálogo sobre temas que afectan a una gran parte de la sociedad.
Leer: La lección de Jordania: tenemos que dejar de autoflagelarnos
Existe otro logro al que no se le ha prestado mucha atención: hablando con los editores de varios periódicos jordanos, el rey Abdullah II hizo insinuaciones respecto a su deseo de formar gobiernos parlamentarios de varios partidos. También señaló que es la debilidad de los partidos lo que lo impide. Esto abre la puerta al inicio de una nueva fase de gobiernos basados en las elecciones del pueblo, pero también es una misión que requiere determinación que implicará a los partidos y al Estado por igual. Deben tomarse otras medidas para lograrlo; la más importante es activar las leyes sobre partidos políticos y enmendar la ley electoral de manera que los partidos puedan formar bloques capaces de producir gobiernos parlamentarios. Para conseguirlo, se podría tomar como modelo el sistema marroquí.
También se da otro éxito indirecto conseguido por el movimiento popular a nivel político: la creación de una atmósfera sin precedentes de participación política, en la que los sindicatos juegan un papel importante. Esto podría darle una importancia futura a la creación de clases sociales que contribuyan al movimiento político en Jordania, a pesar de la confusión experimentada por el Consejo de Sindicatos durante los últimos días de diálogo, cuando éste fue liderado más por las calles que por el líder, que percibe las demandas del pueblo y las defiende.
Mediante sus actividades y logros, el movimiento ha contribuido a la creación de un estado sin precedentes de participación de los jóvenes en la política. Ellos han constituido el mayor pilar del movimiento, y esto les ha dado esperanza a la hora de conseguir cambios y ha fortalecido su sensación de poder e influencia en la política. Esto puede ayudar a acabar con la negatividad y sensación de inutilidad que padece la juventud, permitiendo que juegue un papel más importante en la vida política al participar en las elecciones, tanto votando como presentando candidaturas. También pueden formar partidos efectivos que representen sus intereses, opiniones y aspiraciones.
En el mismo contexto de la importancia de los jóvenes, podemos distinguir un logro importante al fijarnos en la influencia recuperada del sector estudiantil, sobre todo en las universidades, y en la gran participación de estas universidades en el movimiento. Participaron con pancartas con lemas no asociados a una polarización territorial, ideológica o tribal. Esto ha conformado una nueva imagen que ha estado ausente durante los muchos años de daños al trabajo estudiantil, lo que ha acabado con la imagen negativa de las universidades, que, en los últimos años, vivieron un declive en las actividades políticas y de demanda sindical, sobre todo, tras los muchos conflictos territoriales y regionales acontecidos en varias universidades durante la última década.
Leer: Los manifestantes jordanos no quieren expulsar al régimen, quieren reformas
Tampoco podemos ignorar un éxito cultural, en un contexto en el que la política domina el tema del movimiento y sus interacciones. Se trata de la aparición de arte popular y nueva literatura inspirada por el espíritu de patrimonio durante las protestas. Ha producido obras de artes que pertenecen a la calle, pero que, al mismo tiempo, están ligadas al patrimonio cultural de Jordania. Esto producirá un futuro cultural en potencia y obras que contribuirán a la creación de una nueva consciencia cultural en el país.
Además de los logros importantes e instantáneos que he mencionado, la lección más importante que pueden aprender no sólo los jordanos, sino todos los árabes, es que la región árabe no es una excepción, y que también puede vivir cambios y reformas populares. Hemos aprendido que los movimientos populares pueden tener finales felices que no sean trágicos ni violentos, al ver que un movimiento popular pacífico de tan sólo unos días de duración ha sido capaz de lograr todo esto sin apenas pérdidas, gracias a la sabiduría y la racionalidad del movimiento y a que el Estado lo ha sabido abordar. Así, esta región plagada de sangre, guerra y tiranía es capaz de conseguir logros y reformas populares sin provocar víctimas. Al menos, esto es lo que demuestra la experiencia jordana.
Este artículo fue publicado originalmente en árabe en Arabi 21 el 11 de junio de 2018.
Las opiniones expresadas en este artículo pertenecen a su autor y no reflejan necesariamente la política editorial de Monitor de Oriente.