"Si pudiéramos huir y volar con las cometas..." cantaba Fairouz en una de sus canciones más antiguas hace 50 años. Por supuesto, ni ella, ni los hermanos Rahbani que escribieron esas palabras, ni siquiera las masas que la escucharon cantarla y las entonaron junto a las melodías de Philemon Wehbe, pensaron alguna vez que, en algún momento, la cometa a la que cantaba el "vecino de la Luna" se convertiría en un arma para los árabes con la que intimidar a Israel.
Estas cometas dañan a Israel, que se ha acostumbrado a dormir en paz, indiferente a los esfuerzos de algunos de sus supuestos enemigos para crear un equilibrio estratégico. También son indiferentes a los esfuerzos de otros por alcanzar el primer puesto de la lista de mayores compradores de armas del mundo.Unos cuantos palos, papel e hilo bastarán para que sus corazones se eleven a los cielos del país. Eso es seguramente lo que se decían los hijos de los palestinos refugiados en dos momentos históricos. Ambos fueron significativos en el contexto del conflicto con los israelíes.
El primero se produce después de la Naba, cuando se fabricaban juguetes a mano para compensar su falta de entretenimiento, además de las necesidades más básicas, en los campamentos de refugiados.
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El segundo llega 70 años después, coincidiendo con las marchas por el retorno. Descubren que los componentes de las cometas que fabricaban eran suficientes hasta cierto punto, con algunas modificaciones, para compensar su falta de aviones de combate, agotados tras los bombardeos de sus hermanos sirios en Homs, Alepo e Idlib, sus hermanos yemeníes en Saná, Taiz y Hudaydah, sus hermanos libios en Trípoli, Derna y Ajdabiya, o sus hermanos iraquíes en Mosul, Falluja y Ramadi, así como otros muchos hermanos a quienes atacaron en otras muchas ciudades árabes, demasiadas como para poder hacer una lista y mostrarla aquí.
Fairouz ya nos dijo que "se acerca su furia evidente, y estoy segura de ello, desde todas partes, vendrá a lomos del miedo" en su canción Zahrat al-Madaen (Una flor en medio de la ciudad), también escrita y compuesta por los hermanos Rahbani.
Sin embargo, nadie hubiese esperado que al fuego de los aviones de Israel respondiera el fuego de las cometas palestinas. Los invasores no son capaces de evitar que estos fuegos acaben con los campos y granjas robados. Esto sucede en una era caracterizada políticamente por la fiebre de los gobiernos árabes por conseguir la satisfacción y la aprobación de Israel, incluso aunque el precio a pagar sea Jerusalén, sus mezquitas, sus iglesias y su historia.
Esta asombrosa invención palestina, que recuerda a las tácticas revolucionarias vietnamitas del Viet Cong durante la batalla contra la ocupación francesa y norteamericana en Vietnam del Sur, parece ser demasiado compleja para que la comprendan los héroes del "acuerdo del siglo". Estos héroes son principalmente hombres jóvenes que creen que todo puede comprarse y venderse, también el derecho del pueblo a la libertad, su sangre y su tierra.
El enviado estadounidense, Jared Kushner, nacido cerca de una década después de la derrota de los norteamericanos en Vietnam y cuya juventud consistió en hacer dinero, se quiere aprovechar de la región, pensando - junto al príncipe heredero saudí Mohammed bin Salman, su homólogo emiratí Mohammed bin Zayed, y el presidente egipcio Abdel Fattah al-Sisi - que el estado de debilidad, división y fragmentación de los palestinos y de los árabes en general es una oportunidad de oro para obligarles a aceptar lo que llevan rechazando siete décadas.
Creen que unos pocos miles de millones de dólares harán que los palestinos acepten la judaización de Jerusalén y que cambien la dirección de su brújula al norte de Sinaí y al este de Jordania en lugar de a Yaffa, Lod, Ramleh y Nazaret.
Con sus marchas del Gran Retorno y sus cometas en llamas, Gaza quiere decir que se equivocan. Esto hará eco en Ramallah en forma de cánticos que adviertan a los débiles de no involucrase en este desastroso acuerdo, ya sea por colusión o bajo el pretexto de no poder enfrentarse a él. Es un mensaje para Kushner y sus aliados árabes. Si no lo comprenden hoy, la experiencia les estará esperando para enseñarles una lección que sus antepasados aprendieron, pero no ellos.
Este artículo fue publicado en árabe en The New Khaleej el 24 de junio de 2018.
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