A medida que se intensifica la batalla por el puerto estratégico de Hudaydah, se plantean cuestiones importantes respecto al conflicto en Yemen, sobre todo en cuanto a sus componentes regionales e internacionales. El análisis dominante en el campo pro-saudí es que la toma de Hudaydah podría ser un punto de inflexión en la guerra.
Pero incluso si Hudaydah cae en manos de la coalición de Arabia Saudí y EAU, es poco probable que ponga un fin rápido al conflicto en Yemen. La situación se define en términos de una fragmentación cada vez más profunda, junto a varios factores de tensión y fuerzas centrífugas.
Existe una falta de alineación entre los objetivos estratégicos de Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, un movimiento secesionista del sur vigorizado (respaldado por Emiratos), una autoridad central débil y un problema yihadista residual.
Sin embargo, en lo que respecta a la dimensión regional del conflicto, la pérdida de Hudaydah supondría un gran revés para Irán. La República Islámica es el aliado extranjero más poderoso del movimiento Ansarallah (es decir, los hutíes), y considera el conflicto yemení como un aspecto importante de su guerra más amplia con Arabia Saudí y, en menor medida, con Emiratos Árabes Unidos. Todo parece indicar que Irán intensificará su apoyo a los hutíes en caso de una derrota en Hudaydah, intensificando potencialmente el conflicto con vista a fracturar la inestable coalición de saudíes y emiratíes.
Guerra de reputaciones
A diferencia de las guerras de Irak y Siria, el conflicto yemení no es de importancia central para la seguridad nacional de Irán. Como resultado, a la propaganda iraní le ha resultado difícil justificar su involucración en el conflicto, a menudo citando el aspecto humanitario de la guerra para intentar ganar simpatía e indignación en la opinión pública de Irán.
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En términos políticos, la ausencia de Yemen entre las prioridades de la seguridad nacional iraní ha creado cierto grado de multipolaridad en Teherán, con varios centros de poder clave contribuyendo al proceso de formulación de políticas. Mientras que en Siria - y, en menor medida, en Irak - la política iraní está dominada por el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC), la situación es más complicada en Yemen.
En Yemen, el Ministerio de Exteriores iraní tiene una opinión potencialmente decisiva, como demuestran las recientes declaraciones en las que se afirmó que Yemen es el único conflicto en el que Irán está dispuesto a discutir políticas con las potencias europeas. En parte, esto estuvo motivado por el deseo de ambas partes de salvar el ya condenado acuerdo nuclear de Irán.
A pesar de la participación del Ministerio de Exteriores iraní, el IRGC (La Guardia Revolucionaria irano, por sus siglas en inglés) - y, en concreto, su Fuerza Quds de élite- sigue siendo el principal motor de la política de Irán en Yemen. La principal motivación del IRGC para apoyar a los hutíes subyace en la eterna aspiración de invadir el patio trasero de Arabia Saudí y así dañar gravemente la confianza del Reino y, por extensión, su seguridad nacional.
Esta aspiración no desaparecerá en el futuro, previsiblemente, incluso en el caso de una gran derrota hutí. De hecho, incluso si la caída de Hudaydah precipita un avance hacia Saná, el IRGC seguirá apoyando a los hutíes, ya que estos últimos han demostrado ser una inversión creíble a largo plazo.
En gran parte, esto se debe a un cambio ideológico genuino dentro del movimiento Ansarallah, el cual ha convertido al grupo en un miembro totalmente pagado del llamado "eje de resistencia", el paraguas ideológico de la alianza liderada por Irán en Oriente Medio.
La transformación ideológica de los hutíes - y su alineación asociada con las políticas regionales iraníes - dificulta que el IRGC pueda disminuir su apoyo al movimiento, mucho menos abandonar a su suerte a los combatientes del norte de Yemen. Los costes para su reputación de una retirada son considerables, sobre todo en el contexto de una tensión creciente con sus enemigos regionales Arabia Saudí e Israel, además de los Estados Unidos.
Intensificación
Incluso si la fracturada coalición saudí-emiratí se hace con Hudaydah, estarán lejos de conseguir su objetivo principal; arrebatar el control sobre la capital yemení, Saná, de las manos de los hutíes. A medida que aumenta la presión sobre los hutíes, es probable que estos intensifiquen sus acciones ofensivas para disuadir a la coalición de preparar un asalto a Saná.
Hasta ahora, la capacidad de disuasión de los hutíes se ha centrado en el uso de misiles balísticos. Han disparado misiles de rango medio contra la capital saudí, Riad, con una regularidad cada vez mayor; el último - supuestamente interceptado -, el domingo.
Las Naciones Unidas han concluido que Irán suministro algunas partes de los misiles, pero no han llegado a acusar a la República Islámica de proporcionar directamente a los hutíes la tecnología y el conocimiento necesarios para mejorar los misiles existentes en Yemen. Además, la ONU no ha dictado que su transferencia infrinja las restricciones actuales.
Los ataques con misiles a Arabia Saudí tienen dos propósitos interrelacionados: el primero, que actúan tanto como represalia y disuasión frente a los ataques aéreos saudíes contra objetivos militares y civiles en Yemen. En segundo lugar, pretenden sabotear la moral del Reino y disminuir el apoyo público de Arabia Saudí a la continuación de la guerra, aunque, de momento, no hay señales de que esto vaya a suceder.
Según esa lógica, estos ataques podrían alcanzar potencialmente a Emiratos, lo cual supondría una intensificación extrema de la guerra. Los hutíes ya han amenazado con atacar EAU, una clara señal de su posible intención en caso de que Ansarallah no tenga mucha suerte en el terreno.
Por su parte, las facciones extremistas de Irán - con estrechos vínculos con el IRGC - también han amenazado con atacar a los EAU con misiles. El pasado noviembre, una edición del diario extremista Kayhanran publicó un titular incendiario en el que proclamaba que, tras los ataques contra Riad, Dubai es la "próxima" de la lista de Ansarallah.
Un ataque misil contra Dubai causaría conmoción en el mundo entero, y probablemente generaría una presión irresistible sobre EEUU y Reino Unido para intervenir directamente en el conflicto yemení. Esta terrible situación debería servir como advertencia para los Estadus Unidos: aplicar demasiada presión a Irán - y específicamente al IRGC - tendrá consecuencias imprevistas.
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