El primer ministro israelí Benyamin Netanyahu está estrechando lazos con los países de Europa Central y del Este. Su objetivo es formar una alternativa pro-israelí a la Unión Europea, constituida por países que tradicionalmente apoyaban a Israel pero criticaban los asentamientos en los territorios ocupados.
Oficialmente, Netanyahu lanzó el plan hace un año, el julio pasado, cuando participó en un encuentro en Budapest con los dirigentes de Hungría, República Checa, Polonia y Eslovaquia. Durante aquella reunión, ya fuera por accidente o de forma deliberada, el micrófono permaneció abierto en presencia de los periodistas, según un artículo publicado por el diario israelí Haaretz el domingo pasado.
Hablando a los líderes de los cuatro países reunidos en Budapest, Netanyahu manifestó que “a la hora de proporcionar tecnología a Israel, la Unión Europea es la única organización internacional que atiende a consideraciones políticas. Tenemos una relación especial con China, más allá de la interferencia en cualquier consideración política. El primer ministro de la India, Narendra, me dijo que para él los intereses indios tienen prioridad absoluta. De la misma forma, Rusia y África tampoco nos presentan con ningún tipo de condiciones políticas; tan sólo lo hace la UE. Esto es irracional, y perjudica los propios intereses europeos”.
El diario israelí también hizo referencia al reforzamiento de las relaciones entre Israel y estos países, en base a una cooperación mutua “con el fin de propiciar el consenso en los pasillos de la UE con respecto a las cuestiones palestina e iraní”. Netanyahu pidió a sus cuatro aliados que apoyaran a Israel con las siguientes palabras: “Os propongo que enviéis un mensaje a vuestros homólogos europeos recalcando que no deberían actuar en secreto contra el único estado de la región que se preocupa por los intereses europeos. Dejad de atacar a Israel. Haciéndolo, Europa perjudica su propia seguridad, tan sólo en base a un intento absurdo de exigir una serie de condiciones políticas. La Unión Europea ha de decidir si quiere existir o desaparecer”.
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Está previsto que el primer ministro húngaro Viktor Orban viaje a Israel el próximo 18 de julio. Allí visitará el Museo Yad Veshem para rememorar el Holocausto, así como el Muro de las Lamentaciones. Los líderes de estos cuatro países, también conocidos como el Grupo de Visegrado, mantendrán su próxima reunión en Israel.
El diario Haaretz añadió que el plan israelí busca incluir a otros países, como Austria, Rumanía, Bulgaria, Lituania, Chipre y Grecia. Algunos analistas europeos señalaron que “cada vez que la UE quiere anunciar una decisión consensuada por todos los estados miembros, es frecuente que Hungría actúe para detener este tipo de declaraciones, o que pida que se suavicen las críticas a Israel. Esto dificulta que otros países se sumen a la declaración y lleva a un bloqueo del proceso de la firma”.
Quizá el ejemplo más reciente de esta situación sean las objeciones de Hungría, República Checa y Rumanía a la declaración de la UE contra la transferencia de la Embajada Estadounidense de Tel Aviv al Jerusalén Ocupado. Junto con Austria, estos países participaron en una recepción organizada por el Ministerio de Exteriores israelí para celebrar el traslado. Al mismo tiempo, la República Checa y Eslovaquia anunciaron la relocalización de sus centros culturales a Jerusalén, y prometieron trasladar sus embajadas en el futuro.
Sin embargo, también hay voces que advierten de las consecuencias de estrechar relaciones con los países del Grupo de Visegrado a expensas de los contactos con otros países europeos. Nimrod Gorin, el jefe del Instituto Israelí de Relaciones Internacionales Regionales, apunta que “la elección del Grupo de Visegrado, en particular como aliados de Israel en Europa, marca un alejamiento de los valores de la democracia liberal. El Índice de The Economist clasifica a todos los países de este grupo como inferiores a Israel, lo que es una señal del deterioro de sus estándares democráticos en los últimos años”. Gorin también señala que trabar relaciones de amistad con estos países que cuentan con sistemas nacionales extremistas “entra en contradicción con los esfuerzos israelíes por combatir las tendencias antisemitas de extrema derecha en otros países europeos”.
Altos funcionarios israelíes citados por Haaretz comentan por su parte que “la alianza de Visegrado está interesada en estrechar lazos con Israel por el mismo motivo que el resto del mundo: el deseo de mejorar relaciones en términos de desarrollo económico y tecnológico y con el fin de enfrentarse al desafío del terrorismo internacional y la seguridad doméstica”. Según estas fuentes, la prisa de Netanyahu en resolver la crisis con Polonia sobre la Ley del Holocausto está relacionada con su deseo de mejorar las relaciones entre ambos países y de cooperar en la esfera internacional, a pesar de que oficialmente el primer ministro haya desmentido esta posibilidad.