Para ser un país tan pequeño, el emirato del Golfo de Qatar ha ejercido una gran influencia sobre los mediosde comunicación árabes. Nos remontamos a 1996, cuando el renombrado canal satélite 24 horas Al Jazeera empezó a forjarse una posición única e influyente entre los espectadores árabes.
Por primera vez, el mundo árabe podía acceder a una gran variedad de programas nuevos y modernos, desde noticias de última hora a documentales históricos o periodismo de investigación. Y los espectadores lo recibieron con gusto. Antes de Al Jazeera, los mayores canales de la televisión árabe eran herramientas anticuadas del régimen que pretendían mantener el linaje de los poderes fácticos, y la mayoría apoyaban al sistema de poder regional impuesto por Estados Unidos.
Durante mucho tiempo, Al Jazeera pareció diferente. Por supuesto, nunca mordió a la mano que le daba de comer – no era el canal en el que buscar una cobertura mediática de las violaciones contra los derechos humanos perpetradas en Qatar. Pero, otorgándoles a sus talentosos periodistas una libertad relativa para informar y criticar al orden regional impuesto por EE.UU. e Israel, el canal parecía ofrecer algo distinto.
Bajo la presidencia de George W. Bush, Estados Unidos bombardeó las oficinas de Al Jazeera en Bagdad durante la invasión ilegal de Irak en 2003; el imperio estadounidense consideraba el periodismo de la cadena como una amenaza.
Una década después, Qatar creó Al Jazeera English. Invirtiendo grandes cantidades de dinero para contratar a algunos de los mejores talentos de la redifusión del mundo, el emirato rico en petróleo pudo iniciar una alternativa creíble a BCC News o CNN dirigido a los espectadores internacionales en lengua inglesa.
La unidad de investigación de Al Jazeera, en particular, ha logrado algunas de las mayores primicias de la última década.
Pero, desde los levantamientos de la llamada “Primavera Árabe” en 2011, algo cambió en Al Jazeera. A medida que Qatar se involucró más y más en exportar e imponer su política exterior en la región, ambos canales (aunque mucho más el de lengua árabe) empezaron a reflejar cada vez más los intereses de sus aliados financieros.
Esto alcanzó su máximo en 2013, con una serie de entrevistas aduladoras con Abu Mohammed Al-Jolauni, el líder de Al-Qaeda en Siria.
Considerada responsable por respaldar abiertamente a un bando en una guerra regional – el mismo al que apoyaba el gobierno qatarí –, Al Jazeera empezó a perder popularidad, credibilidad y espectadores.
Qatar intentó extender su influencia mediática en Occidente financiando y fundando una serie de sitios webs y think tanks. Estos, a su vez, se introdujeron en los medios occidentales, a menudo mediante corresponsales voluntarios ingenuos que dependían de expertos y lacayos amigos del antiguo régimen.
Como explicó hace poco el profesor y analista libanés-estadounidense As'ad Abu Khalil, tanto Qatar como Arabia Saudí “han conseguido controlar o influenciar los relatos de los periodistas y expertos occidentales mediante grandes inversiones en la comunidad de élite de la política exterior de Washington, en especial think tanks y firmas de relaciones públicas. Varios think tanks de Washington, como la Institucción Brookings, el Instituto de Oriente Medio y el Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales, están claramente inundados de fondos de regímenes del Golfo, y, por lo tanto, reflejan sus intereses.”
Y así llegamos a Arabia Saudí – un régimen del Golfo mucho mayor, totalmente hostil a la democracia, con un historial atroz contra los derechos humanos, con cero libertad de expresión y aún más involucrado que Qatar en la imposición de sus intereses de política exterior en la región.
Arabia Saudí ha tardado en llegar al mundo de los medios modernos en comparación con Qatar, pero ha empezado a ponerse al día.
Creó Al Arabiya en 2003 como una especie de competidora de Al Jazeera, pero nunca igualó el éxito de esta última. Sin embargo, más allá de Al Jazeera, Arabia Saudí (junto a Emiratos Árabes Unidos) tiene un control total de los medios árabes en la región. Muchos de los periódicos y webs de la región están controlados por los intereses saudíes.
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Pero ahora los saudíes también avanzan hacia los medios occidentales. Con la confianza pública en las noticias de Reino Unido a un nivel más bajo que nunca, y con los títulos impresos en un declive aparentemente terminal, la cleptocracia rica en petróleo podría considerarlos una cuerda de la que tirar.
El año pasado, intereses cercanos a los del régimen saudí compraron una participación del 30% del Independent, la web de noticias liberal británica que, hasta 2016, era un periódico diario. Este mes se ha revelado que los saudíes han decidido utilizar este interés financiero para expandirse globalmente, creando cuatro nuevas webs en turco, urdu, persa y árabe – que, supuestamente, llegarán a finales de este año.
The demise of Western media: The Independent newspaper enters into an agreement with the Saudi regime to dissimentate joint propaganda in multiple languages. Can you image the uproar if this was with the Iranian or Syrian regime? https://t.co/nrvLeNa3pn
— asad abukhalil أسعد أبو خليل (@asadabukhalil) July 19, 2018
Abu Khalil escribió que esto formaba parte de la “desaparición de los medios occidentales.”
Además de ser otro intento de expandir su cuestionable influencia y política exterior por todo el mundo, esta expansión es, sin duda, una estrategia para reducir la influencia qatarí – la última en la competición regional de las dos familias gobernantes.
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