El barco italiano que devolvió a 108 migrantes rescatados en el Mediterráneo a Trípoli podría haber violado el derecho internacional, según Naciones Unidas.
El lunes, el barco petrolero Asso 28 rescató a 108 migrantes que habían zarpado de Libia, según la ONG española Proactiva Open Arms. Italia instó al barco a devolverlos al país magrebí, ya que en el momento del rescate se encontraban en aguas libias y no internacionales.
Sin embargo, según el derecho internacional, los migrantes y refugiados no pueden ser devueltos a territorios en los que se encuentren en peligro, y, según la ONU y la Unión Europea, Libia no es un país seguro.
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Los guardacostas italianos sostienen que el rescate tuvo lugar en aguas libias y no en aguas internacionales, y que fue “efectuado con la coordinación de la guardia costera libia, que organizó toda la operación”, y que por ello los migrantes debían ser devueltos a Libia.
Naciones Unidas está investigando el caso y tratando de establecer la localización exacta en la que tuvo lugar el incidente. Un portavoz de la agencia de la ONU para la migración explicó a Reuters que las partes implicadas en el incidente han proporcionado testimonios contradictorios en cuanto a las coordenadas exactas.
Libia primero había comunicado a la ONU que la operación había sido efectuada por “una embarcación desconocida”, para después afirmar que el barco a cargo del rescate era libio.
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A finales del mes pasado, la Unión Europea anunció que estaba dispuesta a pagar 7.000 dólares por cada migrante aceptado por uno de sus estados miembros. Estos incentivos financieros han sido debatidos después de que Italia cerrara sus puertos a los barcos de salvamento.
Durante los últimos cinco años, Italia ha recibió a más de 640.000 migrantes, la mayoría de origen africano. El resto de estados europeos han hecho oídos sordos a los intentos de Roma para que aceptaran a algunos de los recién llegados y compartieran los gastos que supone su cuidado, lo que ha intensificado el discurso euroescéptico y anti-inmigración en Italia.
En las elecciones parlamentarias de marzo, la extrema derecha de la Liga obtuvo su mejor resultado hasta la fecha, formando una coalición de gobierno con el Movimiento Cinco Estrellas. Matteo Salvini, el líder de la Liga, tomó posesión en junio como ministro del interior, con la promesa de acabar con la inmigración ilegal y cambiar las reglas de juego en la UE.
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