El presidente Donald Trump tuitea amenazas en contra de Irán, y las capitales del Golfo bailan con alegría ante su fruncimiento de ceño e ira. Después, Trump modera su lenguaje y modales y llama al diálogo con Teherán, y las mismas capitales se enfadan y se enfurecen con el hombre con el que creían que estaba trabajando a su favor o al que creían ser capaces de comprar con dinero.
Esto es a lo que ha llegado la relación de Washington con los Estados del Golfo. Dichos estados no han cesado de encender fuegos en la región y no tienen ningún sentimiento de responsabilidad o culpa hacia las millones de personas desterradas por las guerras y conflictos.
Desde que Trump llegó al poder, algunos funcionarios en estos países pensaron que habían encontrado lo que echaban de menos en la Casa Blanca, ya que estaban tratando con alguien que solo se preocupaba por el dinero y actuaba de acuerdo a la lógica de los tratos comerciales, no a la de un hombre de Estado responsable.
Creyeron ingenua y estúpidamente que podían comprar su lealtad y tenerle a su entera disposición. No cayeron en la cuenta de que el presidente de Estados Unidos no está trabajando en un vacío, sino a través de instituciones que le monitorizan y le responsabilizan por su comportamiento.
También olvidaron que el hombre solo se compromete básicamente a los intereses de su país, sin tener en cuenta lo que los otros quieren. Esto quedó claro al comienzo de la crisis del bloqueo de Qatar.
Después de regocijarse en los comentarios y tuits irresponsables de Trump sobre Qatar y de imaginarse que serían capaces de usarlos como excusa para atacar su vecino, la institución estadounidense, especialmente el Departamento de Estado y el de Defensa, hicieron que recuperase la cordura. Pararon la imprudencia y el desorden con el que el presidente estaba tratando la crisis del Golfo.
La situación ha llegado al punto en el que Trump ha criticado a los países promotores del bloqueo por negarse a sentarse y mantener conversaciones con Doha y les ha hecho responsables por la continuación de la crisis. Después de la marcha de Rex Tillerson del Departamento de Estado y la llegada de Mike Pompeo, estos estados pensaron que podrían comprar al hombre y presionarle en lo concerniente al asunto de Qatar e Irán, sin embargo, el resultado fue el opuesto.
Pompeo culpó a Arabia Saudí durante su primera visita allí por su posición inflexible en la crisis del Golfo y pronunció su famosa palabra, “¡Suficiente!” para expresar la frustración de Washington ante la continuación de la crisis, como declaró The New York Times hace unos meses.
También existen en curso esfuerzos de Estados Unidos para llevar a cabo una cumbre de los Estados del Golfo en otoño a fin de acabar con la crisis y centrarse en el caso de Irán. La indecisión de Trump con respecto a Irán ha provocado a un académico árabe de Abu Dhabi que ha tuiteado furiosamente sobre Trump, como si pensase que estuviese trabajando para su país.
Aquellos que se imaginan que Estados Unidos luchará contra Irán por los árabes están delirando completamente. Lo único que Trump podría hacer es explotar el miedo de los Estados del Golfo hacia Irán a fin de aprovecharse financiera, política y estratégicamente de ellos.
Hace tiempo, Trump demandó públicamente que los Estados del Golfo preocupados por Irán debían pagar el coste de la protección que EE.UU. les brinda. Por supuesto, él no cesaría su protección siempre y cuando haya alguien que tolere esta extorsión.
Por consiguiente, la estrategia de Irán en la región no se parará intentando comprar la lealtad de un estúpido individuo como Trump, sino mediante una política del Golfo y árabe con prioridades claras y la voluntad de trabajar juntos, sin conflictos o enfrentamientos internos, como sucede ahora.
Este artículo se publicó originalmente en árabe en the New Khaleej el 3 de agosto de 2018
Los puntos de vista expresados en este artículo son exclusivos de su autor/a y no se corresponden necesariamente con la política editorial de Middle East Monitor/Monito de Orientte.