Ha habido una nueva ocasión en la que la ONU ha preferido intentar predecir el futuro en lugar de reconocer el actual deterioro en Gaza con el objetivo de revertir permanentemente el colonialismo. Israel ha denegado de nuevo la entrada de combustible que se necesita en el enclave para alimentar los generadores de emergencia y proporcionar algo de alivio en los cortes de energía sufridos por el pueblo palestino.
El coordinador humanitario Jamie McGoldrick, de la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCAH) en los territorios palestinos ocupados, citó: “El bienestar de dos millones de personas, la mitad de los cuales son niños, está en juego. Es inaceptable que los palestinos en Gaza sean privados repetidamente de los elementos más básicos para una vida digna”.
El agotamiento de las necesidades básicas está al borde de la total ausencia de tales recursos. Los hospitales están enfrentándose a cierres y los pacientes que dependen de los aparatos eléctricos están en riesgo de que su tratamiento sea interrumpido. Además, la OCAH ha señalado el deterioro de los fondos para los combustibles de emergencia, declarando que se requieren más de cuatro mil millones de dólares “para asegurar que un mínimo nivel de servicios esenciales se puedan seguir manteniendo hasta final de año”.
McGoldrick habló sobre la necesidad de “soluciones a más largo plazo para poder superar este ciclo de crisis repetidas o que empeoran, incluyendo que las autoridades palestinas prioricen la provisión de combustible para los servicios básicos”. Hasta que esto ocurra, declaró, Israel debería revertir sus restricciones y los contribuyentes deberían aportar para la financiación de los combustibles de emergencia.
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La diferencia ente la retórica de los representantes de la ONU y la opresión deliberada de Israel hace que sea imposible avanzar hacia soluciones permanentes para los palestinos. Las instituciones internacionales se aprovechan del panorama inmediato con el fin de mantener el alivio a corto plazo cada vez que Israel repite sus vulneraciones de derechos, o se aventura a una nueva escalada militar. Mantener esta ambigüedad ha creado la dinámica de intentar reparar un poco los daños mientras Israel decide su próximo paso en el proceso de colonización. Con ello, la correlación entre la ayuda y el abuso se incrementa hasta el punto de crear un ciclo de dependencia entre ambos conceptos.
Mientras tanto, Gaza está forzada a gestionar la situación en dónde cada decisión tomada es poco probable que coseche algún beneficio para los palestinos. El bloqueo ilegal en Gaza, que es parte de la estrategia colonial de Israel, es mencionado hacia el final de la sesión informativa de la OCAH para subrayar que esto ha “ creado preocupaciones por el castigo colectivo y por la violación de derechos humanos, junto a una división política interna palestina sin resolver”. Mientras que lo último es verdad, solo es parte de la infraestructura mayor. Debemos preguntarnos por qué la ONU está resuelta a difuminar las líneas entre la respondsabilidad de Israel y la de las facciones palestinas. Dejando de lado la colaboración de la Autoridad Palestina con Israel, dicha fusión solo sirve para eliminar la responsabilidad israelí y para plantear serias dudas sobre el respeto de la ley internacional cuando no sirve para más que para ser un medio a través del cual se determina hasta donde la violación colonial puede estirar sus parámetros.
Mientras que la ONU e Israel están ocupados perfeccionando sus estrategias, los palestinos viven en un reino donde el recuerdo de su aprieto está ligada a una respuesta generada a corto plazo, a diferencia de lo relativo a su humanidad. No solo ha sido Israel el que ha deshumanizado a los palestinos. Limitando las respuestas en las violaciones de Israel en lugar de los derechos palestinos, la comunidad internacional ha deshumanizado a Palestina internacionalmente.
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