En el auge de su poder en Libia, Daesh controlaba la ciudad costera de Sirte, unos 500 kilómetros al este de Trípoli, y congregó una fuerza considerable gracias a cientos de combatientes extranjeros, de los cuales la mayoría procedía de países vecinos de Libia, como Egipto, Túnez, Sudán, Argelia e incluso Chad y Níger desde el sur. Cuando el Gobierno de Acuerdo Nacional de Libia (GNA, por sus siglas en inglés) declaró la victoria sobre el grupo terrorista el 6 de diciembre de 2016 tras tomar el control de Sirte, la mayoría de los militantes habían sido asesinados o capturados, o simplemente habían desaparecido entre los desiertos y las zonas montañosas, donde es fácil esconderse. Sin embargo, los hombres y mujeres yihadistas, algunos de ellos, casados, dejaron atrás a docenas de niños que ahora están bajo los cuidados de la Media Luna Roja de Libia (LRC, por sus siglas en inglés); mientras otros jóvenes están en la cárcel.
El 16 de julio, BBC World News publicó un vídeo que mostraba a un grupo de niños recibiendo cuidados de la LRC en Misrata, al oeste de Sirte. Los niños, los más pequeños de 4 años, son en su mayoría de origen egipcio. El periodista buscó a los abuelos de dos de los niños en Egipto y les enseñó el vídeo de sus nietos. Con lágrimas en los ojos, confirmaron la identidad de los niños, y expresaron su esperanza de recuperarlos sanos y salvos. Ambos niños nacieron en Egipto y se fueron a Libia con su madre cuando su padre se unió al Daesh.
Algunos niños mayores de 10 años fueron entrenados por el Daesh para ser combatientes, y muchos fueron capturados. Según Ahmed Ben Salem, un portavoz de las Fuerzas Especiales de Detención (SDF), unos 22 de ellos están encarcelados en la prisión de Maitiqa en Trípoli, dirigida por la milicia de las SDF nominalmente bajo el control del GNA. “La mayoría de estos niños tienen padres tunecinos”, explicó Ben Salem, “y hay 13 madres tunecinas y una senegalesa.”
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En marzo de 2017, justo después de la expulsión del Daesh de Sirte, el GNA pidió a Egipto, Túnez, Ghana, Senegal y Sudán que recibieran a los pequeños identificados con su nacionalidad. En febrero de este año, Sudán repatrió a cuatro niños del total de siete identificados como sudaneses. Las autoridades tunecinas se negaron a aceptar a ninguno de los cerca de 40 niños cuyos padres se cree que están aprisionados en Misrata y Trípoli. El gobierno tunecino tampoco quiere recibir los cuerpos de los combatientes del Daesh muertos identificados como sus ciudadanos.
Según el reportero Ahmed Hamza, del Comité Nacional de Derechos Humanos de Libia, “todavía hay unos 700 cadáveres en depósitos de las morgues de Misrata, la mayoría de ellos identificados como nacionales tunecinos.” Las autoridades de Túnez avanzan a un ritmo lento en este proceso, aparentemente, porque no existe una política clara sobre cómo lidiar con esta situación.
Estando tan cerca de Libia – no se requiere una visa de entrada –, los tunecinos que deseaban unirse al Daesh en Sirte tuvieron relativamente fácil la entrada a Libia, más que a Siria o a Irak. Normalmente entraban legalmente en el país, haciéndose pasar por trabajadores. Una vez allí, contactaban con alguien en algún lugar cercano a la frontera libio-tunecina que conseguía lo necesario para que llegaran a Sirte, a unos 600 kilómetros de distancia. Sabratha, una ciudad costera a unos 70 kilómetros de la frontera con Túnez, a menudo se utilizaba como centro de reclutamiento para potenciales militantes del Daesh, hasta que Estados Unidos bombardeó y destruyó lo que calificó como un campamento de entrenamiento del Daesh el 19 de febrero de 2016; la milicia local, controlada nominalmente por el GNA, persiguió a los remanentes del Daesh hasta expulsarlos de la ciudad.
Una comisión parlamentaria de Túnez que investiga el caso de los nacionales tunecinos – tanto hombres como mujeres – enviados a zonas conflictivas estima la cifra en unas 3.000 personas, de las que el 60% están en Siria y el otro 40% en Libia. Sin embargo, estas estadísticas son de julio de 2017 y, de momento, la comisión no ha actualizado sus números, y mucho menos ha hecho recomendaciones, ya que se ha visto envuelta en discusiones políticas entre sus miembros, que representan a distintos partidos políticos. Túnez, como otros muchos países, boicoteó a Siria en 2011, lo que dificultó la tarea de conseguir información sobre los nacionales tunecinos que luchan allí. Sin embargo, consciente de la magnitud del problema, Túnez decidió reabrir su consulado en Damasco en septiembre de 2015.
No existen cifras exactas respecto al número de combatientes extranjeros que había en Sirte, pero se estiman unos 2.000. El informe del Departamento de Estado estadounidense sobre terrorismo estimó que 1.700 militantes del Daesh fueron asesinados en la ciudad, mientras que establece la cifra de combatientes, de todas las nacionalidades, en unos 6.500. Los que huyeron de Sirte se han dispersado en el desierto o han llegado a otros países, sobre todo del África subsahariana.
Los ex combatientes del Daesh que regresan y sus hijos suponen un tema controvertido en muchos países. François Molins, el principal fiscal francés contra el terrorismo, estimó que 690 ciudadanos franceses, incluidas 295 mujeres, se han unido al Daesh en Siria e Irak. Entre ellos, 28 menores luchaban a favor del grupo terrorista en Siria en 2017, y, hasta el momento, 398 nacionales franceses han regresado a Francia y están siendo investigados. Molins estimó que 400 niños de descendencia francesa nacieron en familias yihadistas francesas mientras se encontraban en Siria o Irak o fueron llevados allí por sus padres. No dio ninguna cifra respecto a cuantos de estos niños han sido devueltos a Francia, y no cuenta con ninguna política específica sobre cómo lidiar con esos casos. Según el presidente Emmanuel Macron, las autoridades francesas están trabajando caso por caso.
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Puede que haya sido fácil formar una coalición internacional de lucha contra el Daesh, pero los países de esa misma coalición no han conseguido tomar un enfoque común para hacerse cargo de los niños que se han dejado atrás. Por ejemplo; hace poco, Reino Unido retiró la nacionalidad a dos ciudadanos encarcelados en Siria, mientras que Francia se ha negado a repatriar a una mujer llamada “Yihadista Brittany”. En la campaña temprana contra el Daesh en Siria e Irak, Francia llegó a anunciar que sus fuerzas estaban persiguiendo a los yihadistas franceses sin ningún proceso legal. Bélgia y Alemania también hicieron uso de las mismas políticas respecto a sus ciudadanos militantes de los grupos terroristas extranjeros, incluido el Daesh y “Al-Qaeda en el Magreb Islámico.”
En el caso de Libia, es poco probable que Túnez acepte a alguno de los niños cuyos padres de nacionalidad tunecina lucharon y murieron allí; es posible que los de padres egipcios sí sean repatriados, aunque el proceso es tedioso y lento.
Independientemente de lo que hicieran sus padres, los hijos de los militantes del Daesh son inocentes, incluso aunque lucharan en las filas del grupo terrorista siendo menores de la edad de responsabilidad legal. Son víctimas de sus padres, sus gobiernos y de la coalición internacional, que no tenía ningún plan para ellos después de asesinar a sus madres y padres.
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