Casi dos millones de musulmanes procedentes de todo el mundo comenzaron ayer el peregrinaje anual a la Meca (conocido como “Hajj”), en Arabia Saudí.
Los peregrinos, vestidos de blanco, se trasladaron a la ciudad de Mina, que marca el comienzo del viaje espiritual, cantando “Labbaik Allahumma labbaik” (“Vengo a ti, oh Señor, vengo a ti”).
El lunes, los peregrinos ascenderán al Monte Arafat, en el que según la tradición el profeta Mahoma pronunció un sermón durante su último Hajj. Éste supone uno de los puntos álgidos del ritual, en el que los fieles piden el perdón y la compasión divinas.
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“Todos los peregrinos llevan la misma ropa durante el Hajj porque todos son iguales a los ojos de Dios,” explica Talip Ozdes, un profesor de ley islámica en la Universidad de la República en Turquía. “Les une la sensación de ser todos hermanos,” añade.
La peregrinación a la Meca es considerada uno de los cinco pilares del Islam. El viaje se compone de varios rituales que simbolizan diversos conceptos fundamentales de la fe islámica y que recuerdan también las dificultades que pasaron el profeta Abraham y su familia.
En la interpretación más extendida del Islam, todo musulmán adulto que es capaz de permitirse el viaje debe realizar la peregrinación al menos una vez en su vida.
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El domingo por la noche, tras la puesta de sol, los peregrinos se dirigieron a Muzdalifah, a medio camino entre Arafat y Mina, donde permanecieron hasta la medianoche.
Recogen guijarros con el fin de proceder a la lapidación simbólica del demonio, durante tres días consecutivos.
El ritual emula al profeta Abraham, que supuestamente apedreó al demonio en tres lugares diferentes, en los que éste se le apareció para disuadirle de sacrificar a su hijo Ismael tal y como lo había ordenado Dios.
Después de la lapidación, los peregrinos realizarán el ritual de la Udhiya (sacrifico animal) para conmemorar el sacrificio del profeta Abraham.
“El profeta Abraham y su hijo Ismael no dudaron en someterse a su señor,” explica el profesor Ozdes. “El hijo estaba dispuesto a sacrificar su vida y el padre a obedecer a su señor, sacrificando a su único y amado hijo porque así lo ordenaba Dios,” dice.
Finalmente, los peregrinos llegan a la Gran Mezquita de la Meca y se dedican a girar alrededor de la Kaaba, una estructura cúbica que protege la Piedra Negra, la reliquia más sagrada del Islam.
“La Kaaba es el lugar más sagrado para todos los musulmanes, y es en esa dirección en la que realizan sus oraciones diarias,” añade Ozdes.
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