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Si criticar el sionismo es antisemita, ¿por qué no es islamófobo criticar el islamismo?

¿Deberían los críticos del islam político ser descritos como racistas islamófobos? Esta es una cuestión que debería generar un debate a la luz del actual problema sobre el “antisemitismo” que envuelve al Partido Laborista de Reino Undido.

El sionismo y el islamismo tienen lo suficiente en común como ideologías políticas, que si la crítica a una se considera “antisemitismo”, entonces la crítica a la otra debería considerarse islamofobia. “Ambas”, según declaró una personalidad cada vez más importante en los grupos pro-israelíes, Ed Husain, “son ideologías políticas que se hacen pasar por movimientos religiosos.”

Al negar el hecho de que los sionistas como Benjamin Netanyahu o el tertuliano estadounidense de derechas Daniel Pipes “han hecho carrera de criticar a los islamistas”, Husain se preguntaba “si los islamistas y los sionistas son en el fondo tan diferentes, a pesar de su evidente enemistad.”

“No lo creo”, fue su confiada réplica en un artículo que, una década después de su publicación, refleja la peligrosa medida en la que se ha reducido el espacio para la libertad de expresión sobre Israel y el sionismo.

Husain, quien una vez fue islamista y ahora defiende a Israel, y a quien el lobby pro-israelí describe como firme partidario del Estado sionista, denunció hace tiempo al sionismo como “una perversión de la antigua fe abrahámica del judaísmo.” Reflexionando sobre la historia del sionismo, escribió: “antes del Holocausto, el sionismo era un movimiento paria entre las comunidades judías de Europa. Los rabinos sancionaron a los sionistas por tergiversar la religión y la identidad religiosa.”

Según Husain, los líderes del sionismo eran hombres “sin ninguna formación teológica” en la comprensión tradicional del judaísmo. Señalaba como algunos de los sionistas más extremos no son judíos en absoluto; George W. Bush, por ejemplo, y una gran cantidad de evangélicos, “cristianos literalistas”. Los sionistas no judíos, de hecho, conforman la gran mayoría de los seguidores de esta ideología en todo el mundo.

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Con comentarios que provocarían indignación en la atmósfera actual, Husain dijo que “despreciar la vida humana es un sello distintivo tanto del sionismo como del islamismo radical”. Comparó la ideología “expansionista” del sionismo con la de los musulmanes que piden un califato global e insistió en que “no debemos olvidarnos del terrorismo sionista del notorio Stern Gang, del asesinato del personal británico, de las redadas en los pueblos palestinos y de la explosión del Hotel King David [en Jerusalén] en 1946.”

Mostrando un nivel de claridad intelectual que ahora parece haber intercambiado por su propio interés, Husain, habiendo abandonado su pasado como musulmán radical, dijo: “Condenar los excesos israelíes no es antisemita; y criticar el islamismo no es ser islamófobo.” Añadió que el sionismo “disfrazado” de judaísmo es “engañoso”, “crea” conflictos y “corrompe” la religión.

La denuncia de Husain del sionismo como una ideología colonial y racista que traiciona al judaísmo la repitió otro crítico del islamismo, el difunto periodista y escritor Cristopher Hitchens. Siguió un camino similar que Husain, convirtiéndose en un campeón del colonialismo occidental, pero antes también albergó una fuerte animosidad hacia el sionismo, describiéndolo como una “idea estúpida”.

Esta honestidad por parte de Husain y Hitchens sirve para reflejar hasta qué punto ha tenido éxito la campaña de la derecha israelí y de sus aliados en Occidente para que se acepte la fusión de la crítica al sionismo con el antisemitismo.

La propensión del lobby pro-Israel a rastrear artículos y discursos pasados del líder del Partido Laborista, Jeremy Corbyn, sugiere que, si Hitchens siguiera vivo, generaría la ira de los sionistas británicos. “Creo que, para empezar, el sionismo, la idea de construir un Estado de granjeros judíos en territorio árabe de Oriente Medio, es una idea estúpida,” dijo una vez al presentador estadounidense Charlie Rose. Hitches trató una vez de impedir que su madre apoyara al sionismo, porque es una “idea mesiánica”; una “idea supersticiosa.”

Me pregunto sí Hitches se atrevería a hacer esos comentarios ahora. Como gran defensor de la libertad de expresión y del derecho a insultar a las religiones, a los creyentes religiosos y a todo el mundo, ¿habría sido intimidado por personas como el ex líder rabino Jonathan Sacks? ¿Se “arrepentiría y retractaría” debidamente, que es lo que se le exige a Corbyn? Sospecho que quizá habría retrocedido respecto a estas críticas al sionismo, pero fácilmente podría haber condenado a Sacks por su ataque contra la libertad de expresión.

Si los críticos del sionismo son tan fácilmente denunciados como antisemitas, sería extremadamente hipócrita no sugerir que los críticos del islam político no sean de facto 'enemigos de los musulmanes'. Esto daría lugar a que una mayoría de nuestros políticos, analistas y personas como Hitches y Husain, que han hecho carrera de criticar al islam político, fueran desacreditados como fanáticos racistas y antimusulmanes. ¿Aceptarían una conclusión así los principales medios y círculos políticos de Occidente, especialmente en Reino Unido? Sospecho que no.

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Si todas las minorías van a acceder al derecho de la autoidentificación (y, de hecho, la mayoría de cualquier sociedad), tenemos que aceptar que los musulmanes repitan que términos como “islamismo” e “islamista” son tropos islamófobos desplegados por los medios, los políticos y los analistas para hablar sobre los musulmanes de un modo que sería considerado racista si se refiriera a cualquier otro grupo minoritario. El actual fanatismo antimusulmán tiene sus raíces en el llamado orientalismo, el lente cultural e histórico a través del que el mundo occidental percibió, definió y “homogeneizó” a Oriente y, en particular, al Oriente Medio musulmán. Como describió el difunto profesor palestino-estadounidense Edward Said en su famoso libro ('Orientalismo'); se puede decir que el orientalismo ha encontrado un nuevo hogar entre las filas de los analistas y políticos de hoy en día. Estos exponen muchos estereotipos similares; siembran las mismas semillas del miedo y el odio y usan caricaturas obscenas para vilipendiar a los musulmanes bajo la apariencia de un análisis crítico del islam.

Aunque hay muchas personas que simpatizarían con una campaña por parte de la comunidad musulmana para relacionar las críticas al islamismo con la islamofobia, sin duda, se encontraría también con una fuerte oposición, también entre os musulmanes, muchos de los cuales son furiosamente anti islamistas. También veríamos una protesta nacional si los musulmanes británicos y líderes de la comunidad llevaran a cabo una caza de brujas contra el líder electo de un gran partido político que luego fue degradado, castigado e intimidado por un “arrepentimiento” por parte de un hombre de religión no electo.

Si nuestros líderes electos no están dispuestos a reprimir a los críticos con el islamismo, no deberían insistir en ayudar e instigar al acoso de los críticos del sionismo. Una sociedad que valora la libertad de expresión tiene claro dónde acaba la libertad de expresión y dónde empieza el racismo. La libertad de expresión existe para protegernos del exceso de poder; ningún Estado, gobierno y, por supuesto, ninguna creencia política puede ser exenta de críticas, incluido Israel. El Partido Laborista británico tiene la oportunidad el martes de establecer ese límite. Sus miembros han de insistir en que, mientras que el odio a los judíos por ser judíos es algo antisemita y totalmente inaceptable, la crítica a Israel y al sionismo es un deber y responsabilidad moral para cualquiera al que le preocupe el abuso de poder por parte de regímenes políticos que hacen afirmaciones racistas y exclusivistas respecto a su derecho a Palestina, y que cometen crímenes de guerra y contra la humanidad para conseguirlo.

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Las opiniones expresadas en este artículo pertenecen a su autor y no reflejan necesariamente la política editorial de Monitor de Oriente.

 

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