Esta semana, en una entrevista de radio, uno de los ministros del partido derechista Likud declaró: “la solución de dos Estados ha muerto.” Esta es la última de una serie de declaraciones israelíes relacionadas con el resurgimiento de la llamada solución de la Confederación palestina con Jordania.
Esta declaración, en cierto modo, también se refiere al desarrollo de esta solución, ya que se pronuncia una década después de que se hiciera otro anuncio; “el declive de la solución de dos Estados”, que fue reiterado tras la división palestina en 2007, y apareció en varios informes y análisis en aquel momento. Aún recuerdo, por ejemplo, que uno de estos análisis reemplazó la palabra “declive” con la siguiente frase: El establecimiento del Estado palestino se ha convertido en un espejismo que se desvanece a medida que te acercas.
El pacto para una tregua de Israel con Gaza, especialmente desde las marchas del Gran Retorno, en curso desde el 30 de marzo, nos ha recordado al plan de desconexión liderado por Ariel Sharon en 2005. Me gustaría recordar que este plan pretendía, entre otras cosas, neutralizar a la Franja de Gaza a nivel político y de seguridad con respecto a los problemas del estatus final de la causa palestina. En medio de todo esto, los analistas no descartaron la posibilidad de que, internamente, el objetivo de Sharon fuera separar a Gaza de Cisjordania, como parte de su propia solución, que no completó debido a su enfermedad e incapacitación.
Leer: Fatah: La tregua en Gaza es una “traición”
Más tarde, tras las varias guerras que siguieron a este plan y después de la división palestina en 2007, seguida de la llegada al gobierno de la derecha israelí en 2009, esta derecha empezó a ver la división palestina como una “oportunidad política” para mejorar su visión de la solución, o la falta de ella. Por una parte, Israel insiste en que la ANP no representa a todos los palestinos en los territorios ocupados en 1967, ya que no controla la Franja de Gaza, y, por otra, rechaza toda reconciliación palestina que conduzca a la unidad de la autoridad en la Franja de Gaza y Cisjordania. Todo esto, bajo el pretexto de que Hamás es considerada una organización terrorista. Puede que todo esto esté relacionado solamente con poder librarse de la posición política de la solución de dos Estados.
En cuanto a los hechos sobre el terreno, es un auténtico desastre. La mayor parte de la zona de Cisjordania está ocupada por asentamientos, zonas militares cerradas, y “reservas naturales” israelíes, además de carreteras de uso exclusivo para los colonos. Además, está el Muro de separación construido dentro del territorio palestino, mientras que la Jerusalén Oriental árabe está separada prácticamente por completo del resto de Cisjordania por un anillo de asentamientos judíos.
Leer: Palestina no está ocupada, está colonizada
En cuanto a Jerusalén, esto podría ser útil. Sin embargo, para dejar de excluirla de la agenda de las negociaciones que se supone que tienen que realizarse, no sólo mediante las últimas medidas adoptadas por el gobierno de los Estados Unidos – principalmente, el traslado de la embajada a Jerusalén –, sino también mediante las medidas y acciones legales de Israel en el terreno. Incluidas todas las medidas tomadas para profundizar la “integración” de los jerosolimitanos palestinos en la sociedad israelí económica, social y políticamente, a cambio de intensificar la separación entre ellos y el pueblo palestino en otras zonas de Cisjordania.
La situación aquí descrita nos lleva a proponer dos desafíos significativos. Primero, no importa si la solución de dos Estados decae o muere, ya que ya nació desfigurada y sufrió varias puñaladas durante el mandato de la administración de Bush. En segundo lugar, ¿es Israel el único responsable de la situación de los palestinos? ¡No es hora de acusar a los palestinos de ser su propio peor enemigo, algo que ya han hecho quienes se preocupan por Palestina?
Teniendo todo esto en cuenta, no hay forma de escapar de la necesidad de crear consciencia sobre el hecho de que Israel no se retirará ni renunciará a nada en su camino a las negociaciones. El comprender esto se da al entender que este camino ya se ha tomado varias veces, pero nunca ha llevado a ninguna parte. La necesidad de encontrar una ruta alternativa podría convertirse en imprescindible con la intensificación de las atroces condiciones de la vida bajo la ocupación.
Leer: Basta de miedos: sólo un único Estado secular y democrático es posible en Israel-Palestina
Las opiniones expresadas en este artículo pertenecen a su autor y no reflejan necesariamente la política editorial de Monitor de Oriente.