A medida que el gobierno sirio se prepara para una ofensiva masiva para recuperar Idlib del control de varios grupos de la oposición, hay señales que indican que los cambios políticos y diplomáticos que se derivarán de esta ofensiva podrían demostrar ser más importantes que su componente militar central.
Comúnmente descrita como el “último bastión” del componente armado de la rebelión siria, Idlib es, efectivamente, la última parte significativa de territorio fuera del control del gobierno sirio. Su recuperación, aunque es importante en términos militares, conlleva más significado simbólico, ya que, de momento, parece señalar la derrota definitiva de la rebelión que estalló hace más de siete años.
El control de Idlib supondría un tremendo impulso para Rusia, que se involucró en el conflicto sirio hace casi tres años, en teoría, para derrotar al terrorismo. Una vez Idlib haya sido tomada, Rusia podría cantar victoria justificadamente y establecer una estrategia creíble de resolución del conflicto.
Sin embargo, para el principal aliado de Siria, Irán, la situación no es tan clara. Aunque no se opone a la ofensiva contra Idlib, la República Islámica es menos optimista respecto a sus resultados y repercusiones. Sobre todo, Irán teme sufrir más presión para retirar sus fuerzas de Siria una vez que la última zona de territorio rebelde haya sido recuperada.
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¿Un reducto yihadista?
Como parte de la preparación psicológica y política para la ofensiva, la propaganda rusa y siria ha presentado sistemática a la provincia de Idlib como un bastión de grupos yihadistas alineados con Al-Qaeda. Antes conocidas como Jabhat Al-Nusra, (el Frente Al-Nusra) estas facciones ahora operan bajo la bandera de Hayat Tahrir Al-Sham [HTS].
Hasta cierto punto, la disputa rusa y siria es cierta. En general, se reconoce a HTS como la fuerza rebelde dominante en Idlib y, de hecho, ha intentado consolidar su posición antes de la ofensiva sirio-rusa. Pero HTS no tiene el monopolio de la actividad rebelde en Idlib, como demuestra la proliferación de grupos de la oposición pro-turca en la región.
La presencia relativamente fuerte de las facciones pro-turcas – a menudo organizadas bajo la bandera del llamado Ejército Libre Sirio – permitió a Ankara perseguir dos objetivos centrales en la esquina noroeste de Siria. Ante todo, los grupos armados pro-turcos fueron un amortiguador frente a los militantes kurdos sirios alineados con el Partido de los Trabajadores Kurdos (PKK). En segundo lugar, las facciones pro-turcas permitieron a Ankara influir en la política local de Idlib, sobre todo respecto a la contención de la influencia yihadista, representada por HTS.
Una consecuencia inmediata de la influencia turca sobre la actividad rebelde en Idlib fue la capacidad de Ankara de tratar en igualdad de condiciones con Teherán y Moscú en la esquina noroeste de Siria. El establecimiento de una zona de “desescalada” en Idlib en mayo de 2017 parecía ser un gran triunfo diplomático para Ankara, ya que implicaba la posibilidad de afianzar el panorama militante local en términos turcos.
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Pero, sobre el terreno, la zona de desescalada en Idlib no era un comienzo, como demostró la ofensiva militar de HTS para consolidar su influencia local tras el acuerdo entre Rusia, Irán y Turquía. El fracaso de Ankara a la hora de frenar la influencia de HTS dio la ventaja diplomática y política a Moscú y Damasco, que se prepararon para la próxima ofensiva seria.
El rol único de Teherán
Describiendo la situación en Idlib como “delicada”, el ministro de Exteriores iraní, Mohammad Javad Zarif, ha afirmado que Irán está intentando expulsar a los militantes de la provincia con un coste humano mínimo. Aunque no dio detalles, cabe señalar que Irán tiene una forma de negociar independientemente con las facciones rebeldes más extremistas de Siria.
Más recientemente, en julio, HTS y negociantes del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán (IRGC, por sus siglas en inglés) llegaron a un acuerdo para evacuar a la gente de los pueblos chiíes de Al-Foua y Kefraya, en el noroeste sirio, a cambio de liberar a cientos de militantes radicales detenidos en Siria.
Casi tres años antes, negociaciones relacionadas con el IRGC llegaron a un acuerdo similar con el predecesor del HTS (el Frente Al-Nusra) y otras facciones rebeldes extremistas para la retirada de rebeldes y yihadistas de la ciudad estratégica de Zabadani (cerca de la frontera libanesa) a cambio de un cese en los ataques por parte de Ahrar Al-Sham contra los dos pueblos antes mencionados de la provincia de Idlib.
La capacidad única de la República Islámica de llegar a acuerdos con el afiliado local de Al-Qaeda mientras que, a su vez, apoya al gobierno sirio, se pondrá a examen durante la próxima ofensiva sobre Idlib.
En ofensivas previas, a los militantes se les dio la opción de desplazarse a Idlib desde otras zonas conflictivas a cambio de renunciar al territorio. Esto ocurrió la última vez en junio, cuando miles de militantes aceptaron cesar la lucha y trasladarse desde la provincia de Quneitra a Idlib. Sin embargo, esta vez HTS y los demás militantes no donde ir.
Que los yihadistas y los rebeldes estén entre la espada y la pared es una de las principales razones por las que las Naciones Unidas han advertido de una inminente “catástrofe humanitaria” en Idlib. Aún está por ver qué acuerdo puede ofrecer Irán (si es que ofrece alguno) a HTS para que desista de luchar hasta el último hombre en Idlib.
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A falta de un trato creíble, la IRGC y otros elementos del aparato de inteligencia en Siria tendrán que profundizar aún más en sus redes para explotar los puntos débiles de HTS, principalmente su vulnerabilidad a la subversión interna y externa, como demuestra una campaña de asesinatos que ha eliminado a decenas de los comandantes e ideólogos yihadistas más relevantes.
En términos más generales, la insistencia en el coste humano “mínimo” indica que Irán pretende adoptar un rol más suave en la ofensiva de Idlib, dejando a los sirios y a los rusos realizar la mayor parte de la lucha.Está táctica consiste en más que solamente relaciones públicas, ya que Teherán está genuinamente preocupada por la fase post-conflicto de la crisis siria. Mientras Estados Unidos e Israel aplican más y más presión sobre Rusia para que frene las actividades iraníes en Siria, existe un riesgo real de que los rusos cambien su postura.
Mediante maniobras hábiles e ingeniosas en la última fase de la guerra, Irán pretende mitigar parte de este riesgo desarrollando un rol post-conflicto sostenible.
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