Los sirios que residen en las zonas controladas por el régimen acudieron ayer a las urnas para votar en unas elecciones municipales por primera vez en siete años. Los colegios electorales permanecieron abiertos desde las 7 de la mañana hasta las 12 de la noche. Como es habitual, todas las listas estaban compuestas por candidatos que cuentan con la aprobación del régimen del presidente Bashar Al-Assad.
“Los colegios electorales abrieron sus puertas para que los ciudadanos pudieran votar a sus representantes en los consejos administrativos locales,” informaba la agencia estatal de noticias SANA, que añadía que “más de 40.000 candidatos compiten por 18.478 puestos en total en todas las provincias”.
Los miembros de los consejos administrativos locales son responsables principalmente de gestionar cuestiones administrativas y de servicios. Sin embargo, los concejales elegidos en estos comicios contarán con unas atribuciones ligeramente ampliadas con respecto a sus predecesores, en particular relacionadas con la reconstrucción y el desarrollo urbano.
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La televisión pública mostró imágenes de votantes en Damasco y en las ciudades costeras de Tartús y Latakia –ambas bastiones del régimen- introduciendo sus papeletas en la urna.
Está previsto que, como de costumbre, el Partido Baath obtenga la mayoría de los votos. La formación controla el aparato político y las fuerzas de seguridad en Siria desde los años 60.
Sin embargo, numerosos detractores del régimen llamaron a boicotear los comicios. En la provincia sureña de Daraa, que fue reconquistada este año a los rebeldes por las fuerzas leales al Gobierno, algunos residentes aseguraron que la abstención habría sido generalizada. Lo mismo han informado algunas fuentes en relación a la provincia de Homs, aunque no existen datos oficiales sobre la participación.
“Sólo en Siria se conocen de antemano, antes de que comiencen las elecciones, los nombres de los candidatos, de los ganadores, de los perdedores, la participación y el número de votantes,” criticaba un usuario en Twitter.
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Las áreas gobernadas por la administración autónoma kurda, que cuenta con el respaldo de EE.UU., se negaron a participar en los comicios. Las autoridades kurdas aspiran a que se implemente en Siria un sistema federal que les garantice una cierta independencia de Damasco y que proteja los derechos de las minorías.
En 2014 se celebraron elecciones presidenciales en las zonas del país bajo control gubernamental. Como resultado de éstas, el mandato de Bashar Al-Assad fue extendido hasta 2021.
Las fuerzas del régimen avanzan en la actualidad hacia la provincia norteña de Idlib, el último bastión en manos de los rebeldes islamistas. Unos tres millones de personas habitan en la región, la mitad de ellas desplazadas desde otras partes de Siria.
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