Las menciones en los círculos políticos y mediáticos jordanos respecto a una confederación jordano-palestina superan los límites del rechazo oficial de Ammán a la idea de tomar esta medida antes de que se establezca y reconozca internacionalmente un Estado palestino independiente. Esta postura podría resumirse en la cuestión planteada por el rey Abdullah II en una reunión: ¿quiénes son las partes de la confederación como para unirse?
Según los políticos jordanos, lo que se requiere de Jordania es que cubra la liquidación de la causa palestina, liderada por el gobierno de Trump. Ya ha dejado ver sus intenciones al declarar a Jerusalén como capital de Israel, despojar a los refugiados palestinos de su estatus de palestinos y cerrar la oficina de la OLP en Washington. Dicho de otra forma, EE.UU. está sumido en un proceso de destrucción total de la identidad, los símbolos y el problema del estatus final de los palestinos.
Por lo tanto, la confederación propuesta es un nombre bonito para encubrir el control de la gestión de las comunidades palestinas en Cisjordania, cuya tierra se ha convertido en una serie de “cantones” sin soberanía gracias a la proliferación de los asentamientos ilegales israelíes a lo largo del territorio ocupado.
Si miramos más allá de la postura oficial de Jordania, vemos que las élites políticas creen que existe una agenda estadounidense e israelí cuyo objetivo es acabar con la causa palestina. También existe una fuerte convicción entre la derecha de EE.UU. e Israel de que Jordania es la única solución lógica al problema de Palestina, y podría ser una alternativa al concepto del Estado palestino mediante una fórmula confederativa. Tanto para jordanos como para palestinos, esto sólo puede significar una cosa: la llamada "patria alternativa".
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Política y lógicamente, nadie puede obligar a los jordanos y a los palestinos a adoptar esta fórmula, incluso presionados por Washington y Tel Aviv, en especial porque la opinión pública en Jordania y Palestina está en contra. Sin embargo, existe el temor real de que se utilice un tipo de presión diferente y métodos retorcidos para empujar a la implementación de esta medida.
Estos temores también reflejan un cambio fundamental en la postura de EE.UU. e Israel respecto a Jordania en términos de visión estratégica para el papel del Reino, su localización geo-estratégica y su importancia económica. Por lo tanto, ahora el análisis de las élites políticas de Ammán vincula la grave crisis económica a una agenda que pretende obligar a Jordania a hacer concesiones. Puede que esto no tenga una relación directa e inmediata con el escenario planteado antes, pero, al menos, obligarán a Jordania a no mantenerse firmemente en contra de la presión sobre la Autoridad Palestina y Mahmoud Abbas, que parece estar sólo, aparte del apoyo jordano, gracias al vacío estratégico árabe y las ambiguas posturas oficiales.
Lo más peligroso, según lo que se susurra en Amán, es que esta agenda abarque un intento de manipular la estabilidad política de Jordania; una crisis económica y financiera tiene repercusiones sociales y políticas inevitables. Además, dados los intentos desesperados del gobierno por aprobar una nueva ley de impuestos a la renta bajo la presión del Fondo Monetario Internacional, hay quien teme un colapso económico y financiero si Jordania no logra pagar sus enormes deudas, con fecha límite a principios del próximo año.
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Son tiempos peligrosos para Jordania, tanto interna como externamente, ya que la ayuda extranjera se ha recortado y la presión del FMI domina Ammán. Esto se basa en gran parte en las filtraciones sobre una confederación, que está siendo descrita como un medio para escapar de las dificultades actuales.
Sin embargo, incluso si asumiéramos la existencia de una agenda peligrosa, no sólo para empujar a la creación de una confederación, sino también para manipular la estabilidad de Jordania, la barrera sigue siendo la falta de apoyo público para este proyecto en Jordania y Palestina. Los palestinos saben que supondría el fin del sueño de un Estado independiente.
La alternativa para el gobierno jordano es restaurar el estatus de la opinión pública, con participación y cooperación popular en el proceso de toma de decisiones. Esto es lo que hizo el difunto rey Hussein en 1989 para eludir la peligrosa dirección a la que se encaminaba Jordania. A día de hoy, esta es la única respuesta posible a cualquier agencia que pretenda desestabilizar al Reino.
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Este artículo fue publicado en árabe en Al-Araby Al-Jadeed el 17 de septiembre de 2018.
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