Las autoridades turcas creen que el periodista saudí Jamal Khashoggi fue asesinado en el interior del consulado de su país en Estambul la semana pasada. El veterano periodista había entrevistado varias veces al líder de Al-Qaeda Osama Bin Laden. También había sido editor jefe del diario Al-Watan, y sus apariciones como tertuliano constituían una presencia familiar en numerosos canales árabes por satélite.
Khashoggi también había sido asesor del príncipe Turki Al-Faisal, el antiguo jefe de los servicios secretos saudíes, y había estado muy unido al inversor multimillonario Alwaleed Bin Talal.
Hace un año, Khashoggi había abandonado Arabia Saudí ante el miedo de ser detenido, después de que, según afirmara, las autoridades le instaran a dejar de tuitear. En las columnas que desde entonces escribía en el Washington Post, Khashoggi había sido cada vez más crítico con el príncipe heredero Mohammed Bin Salman. Le acusó de oprimir al pueblo saudí, de causar un desastre en el Líbano y de instigar una guerra brutal en Yemen. A continuación siguen algunos fragmentos de sus columnas:
18 de septiembre, 2017: Arabia Saudí no ha sido siempre así de represiva. Ahora la situación se ha vuelto insoportable.
Me angustia hablar con otros amigos saudíes que se encuentran también en el exilio auto-impuesto en Estambul o Londres. Somos por lo menos siete, ¿es que vamos a ser el núcleo de una diáspora saudí?
Nos pasamos horas interminables al teléfono intentando entender esta oleada de detenciones que ha afectado también a mi amigo, el empresario y considerado tuitero Essam Al-Zamil.
El martes pasado justo acababa de regresar de los Estados Unidos, a donde había ido como parte de una delegación saudí oficial. En menos tiempo del que se tarda en parpadear, en Arabia Saudí puedes caer en desgracia. Pero incluso este caso es algo fuera de lo habitual en mi país.
5 de noviembre, 2017: El príncipe heredero de Arabia Saudí está actuando igual que Putin.
Ahora mismo, diría que Mohammed Bin Salman está actuando igual que Putin. Está imponiendo una justicia muy selective. La represión de la que no se salvan ni las críticas más contructivas –la exigencia de lealtad total, acompañada de un muy significativo “o si no…”- sigue suponiendo un serio obstáculo al deseo del príncipe heredero de ser visto como un líder moderno e ilustrado.
Es de sobra sabido que Mohammed Bin Salman compró en 2015 un yate por valor de 500 millones de dólares. Los rumores sobre otras extravagancias de este tipo se han extendido por el reino. Pero un líder ha de predicar con el ejemplo. Él mismo no está por encima de los estándares que ahora está aplicando para el resto de su familia y para el país.
13 de noviembre, 2017: Arabia Saudí está creando un desastre total en el Líbano
Como si nosotros los árabes necesitáramos otra crisis en nuestro mundo hecho añicos… Sin embargo eso es exactamente lo que se nos viene encima tras la misteriosa dimisión del primer ministro libanés Saad Hariri desde Riad el sábado pasado, y de las declaraciones por parte del tribunal real saudí de que esta vez Irán se ha pasado oficialmente de la raya.
La impulsividad de MBS ha sido un tema recurrente: desde la guerra en Yemen a la oleada de detenciones de quienes hacen crítica constructiva, y de miembros de la familia real y altos cargos acusados de corrupción. La severidad de la actuación de Arabia Saudí contra el Líbano es un reflejo del bloqueo a Catar en junio: abrupto, sin espacio para la negociación.
3 de enero, 2018: Por qué el príncipe heredero saudí debería preocuparse ante las protestas en Irán.
Ciertamente, a muchos saudíes les debe parecer contradictorio que sus medios de comunicación azucen a los iraníes que protestan contra la escalada de precios en su país, mientras que a los saudíes se les impide protestar por la duplicación del precio del petróleo y por la introducción de un impuesto sobre la venta (que entró en vigor el 1 de enero). La semana pasada, Salih Shehi, un destacado columnista, fue detenido por defender en televisión el derecho de la gente a expresar su desacuerdo.
Irónicamente, estas protestas se solaparan con el séptimo aniversario de la revolución egipcia del 25 de enero, una fecha que cambió la faz del mundo árabe. Quizá entonces los árabes, y los saudíes, se atrevan a decir que también quieren un poco de esa libertad iraní.
28 de febrero, 2018: Lo que el príncipe heredero saudí puede aprender de la reina Isabel II.
Que MBS esté reduciendo y volviendo algo más humilde la Casa de Saud es una buena noticia. Pero quizá debería aprender de la casa real británica, que se ha ganado una verdadera estatura basada en el respeto y el éxito, tratando de ser un poco más humilde él mismo. Si MBS pudiera escuchar a los críticos y reconocer que ellos también aman a su país, lograría de esa manera expandir su poder.
7 de agosto, 2018: Arabia Saudí no puede permitirse una pelea con Canadá.
En lugar de atacar a Canadá, ¿no deberíamos preguntarnos por qué un país amante de la paz como Canadá se ha vuelto contra nosotros? Los ciudadanos saudíes debemos ver la imagen más amplia. Canadá ha denunciado los abusos a los derechos humanos en Arabia Saudí. Es lógico que no podamos detener de forma arbitraria a mujeres activistas y esperar que el mundo haga la vista gorda.
11 de septiembre, 2018: El príncipe heredero saudí debe restaurar la dignidad de su país poniendo fin a la cruel guerra en Yemen.
Cuanto más dure esta cruel guerra en Yemen, más permanentes serán los daños causados. El pueblo de Yemen estará ocupado luchando contra la pobreza, el cólera y la escasez de agua, y reconstruyendo su país. El príncipe heredero debe poner fin a la violencia y restaurar la dignidad en la cuna del islam.