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Los refugiados sirios en Turquía y el concepto cambiante de la ciudadanía turca

Jarabulus, Siria - 3 DE OCTUBRE: sirios que han regresado a la ciudad siria de Jarabulus, tras la expulsión de militantes Daesh como parte de la Operación Escudo Éufrates, se ven en el bazar y la granja, el 3 de octubre de 2016. La operación anti-Daesh llamado Escudo Eúfrates fue lanzada el 24 de agosto y tiene como objetivo mejorar la seguridad, el apoyo a las fuerzas de coalición, el apoyo a la integridad territorial de Siria y la eliminación de la amenaza terrorista en la frontera de Turquía a través de los combatientes del Ejército sirio Libre (FSA), provistos de armaduras de Turquía, artillería y aviones. (Halil Fidan - Agencia Anadolu)

La concesión de la ciudadanía a los sirios en Turquía es un tema de discusión presente ahora más que nunca. Hasta el momento, más de 50.000 sirios han conseguido la ciudadanía turca. Esto ha provocado debates entre la opinión pública turca, especialmente debido a la cobertura mediática provocativa del tema y al cada vez mayor nacionalismo en Turquía.

La ciudadanía se considera un pilar para cualquier progreso de integración a largo plazo. En este sentido, se han dado dos grandes compromisos respecto a la naturalización de los sirios en Turquía: el cambio del discurso acerca de la ciudadanía turca y el cambio de las prácticas a la hora de conceder la ciudadanía a refugiados sirios.

 

El discurso cambiante de la ciudadanía turca

Desde los primeros días de la república, la ciudadanía turca ha sido de naturaleza conservadora y limitada. La República de Turquía construyó su noción del Estado-nación y de la ciudadanía sobre una sola identidad étnica, religiosa y cultural. Aunque los grupos no musulmanes recibían un estatus legal como minorías y, por lo tanto, quedaban fuera de la identidad nacional ideal turca, se hicieron intentos de asimilar a grupos musulmanes no turcos – por ejemplo, los kurdos – dentro de esta identidad ideal.

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La propia definición de “turco” es problemática, dadas las raíces imperiales multiétnicas del país, haciendo de “turco” una definición más religiosa que étnica. Por lo tanto, al comienzo de la república, ser turco no era sólo una identidad étnica, sino más bien un concepto étnico y religioso que representaba la identidad nacional ideal. Desde entonces, varios partidos y agendas políticas han desafiado a esta conceptualización. Tras años ignorando la existencia de los grupos étnicos minoritarios, el ex presidente de Turquía, Süleyman Demirel, fue uno de los pocos políticos que reconoció “la realidad kurda”. Demirel reconoció el hecho de que los kurdos de Turquía no eran sólo “turcos de montaña”, como se decía en el primer periodo republicano, sino que eran un grupo étnico no turco que vivía en Turquía.

Aunque este reconocimiento no supuso diferencias tangibles en las prácticas del Estado, sí que acabó con ciertos tabúes. Además, demostró que el pueblo de Turquía no puede considerarse homogéneamente turco. Este problema también apareció en la agenda de Turgut Özal, ex presidente y ex primer ministro de Turquía. En este aspecto, Özal tomó medidas importantes para reconocer los problemas existentes, como la de levantar la prohibición de hablar kurdo. Sin embargo, como resultado de su muerte repentina en 1993 y de la difícil atmósfera política, estas medidas acabaron por no causar grandes diferencias en el conflicto existente.

No fue hasta la llegada al poder del AKP cuando las demandas de las minorías se expresaron vocalmente y se discutieron más. Después, uno de los principales cambios producidos fue la retirada del “Andimiz” (Juramento Nacional) que tenían que aprender de memoria todos los estudiantes y recitarlo cada mañana, denotando su orgullo turco y proclamando “qué feliz aquel que dice ‘soy turco’”. El discurso liberal y las reformas del AKP, producidas bajo el proceso de reconciliación, continuaron hasta 201, cuando la organización terrorista PKK, conocida nacionalmente como el Partido de los Trabajadores de Kurdistán, intensificó sus atentados y acabó con el alto el fuego unilateral al declarar una guerra abierta.

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Aunque, mayoritariamente, el tema de la ciudadanía turca se ha discutido en el contexto de los enfrentamientos con la entidad kurda y con otros grupos minoritarios, a día de hoy Turquía se enfrenta a un conflicto muy nuevo de identidad respecto a los sirios y a otras minorías árabes en el país. Sin las políticas de integración necesarias, los próximos años serán más difíciles respecto a este problema. Como han demostrado las luchas previas de los grupos étnicos y religiosos minoritarios, si Turquía sigue políticas de asimilación, fracasará en la adopción de esta diversidad.

Sin embargo, Turquía tiene una historia de la que aprender estas lecciones. El desarrollo de mejores políticas para los sirios no sólo debe adoptarse desde las demandas y luchas de los grupos étnicos existentes en Turquía, sino también de los inmigrantes turcos que viven en Alemania y en Europa del Este, quienes pasaron las dificultades de establecerse en otro país. Las experiencias desafortunadas de los inmigrantes turcos deberían guiar a los responsables políticos en su enfoque respecto a los refugiados sirios y a otros grupos de inmigrantes en Turquía. La mala experiencia de “Türken raus!” (¡Turcos fuera!) debería utilizarse para evitar que se desarrolle la mentalidad del discurso de “Suriyeliler defolsun!” (¡Sirios fuera!).

Actualmente, vemos lenta pero constantemente cómo aumenta la cifra de sirios que se conviertes en ciudadanos turcos. Esto es importante para Turquía, al acercarse a un discurso post-nacionalista, en el que los diferentes miembros de la sociedad son absorbidos con más facilidad. Sin embargo, este cambio no debería quedar en manos de ciertas ideologías, sino que se necesitan vías legales para llegar a una solución a largo plazo. Por lo tanto, otro paso importante a seguir sobre este tema es la institucionalización del proceso de naturalización.

Los sirios no deben quedar en manos de ciertas ideologías

Hay que reconocer que el número de sirios que han adquirido una ciudadanía turca no es alto; de momento, 50.000 sirios se han convertido en ciudadanos sirios. La mayoría son sirios cuyos padres o cónyuges son turcos, lo cual les permite legalmente adquirir una ciudadanía turca. Tan sólo unas pocas personas han recibido el estatus de ciudadano a través de la ley de ciudadanía excepcional, que subraya un problema importante respecto a las vías legales de la integración.

Bajo el sistema actual, un sirio que tenga derecho a un estado de protección temporal no puede solicitar la ciudadanía turco, incluso aunque cumpla con los requisitos necesarios – como los 5 años de residencia. El Ministerio de Asuntos Exteriores anunció que está trabajando en dar derecho a la ciudadanía a quienes serían beneficiosos para la nación en los campos de la industria, la ciencia y la educación. Actualmente, los sirios no pueden solicitar la ciudadanía de forma individual, sino que el Ministerio de Asuntos Exteriores elige a qué sirios entrevistar para el proceso de naturalización. A corto plazo, esta es una medida muy importante para proporcionar a los sirios los derechos necesarios para que se incluyan en el mercado laboral y formen parte de la comunidad social y político. Sin embargo, a largo plazo, Turquía no cuenta con las instituciones necesarias para analizar los perfiles de 3,5 millones de sirios. Por lo tanto, es imperativo institucionalizar el proceso de naturalización.

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Esta falta de institucionalización también hace que el tema de la naturalización sea confuso por parte de ciertas ideologías políticas. Hace no mucho, la existencia de sirios en Turquía se abordó en las campañas electorales presidenciales y parlamentarias. Muharrem Ince, el candidato presidencial del CHP (Partido Popular Republicano), quien quedó en segunda posición con el 30% de los votos, impulsó la retórica de que: “El 72% de ellos [los sirios] va a Siria de vacaciones y luego vuelve. Si puedes quedarte en Siria una semana, es que las condiciones son buenas. ¿Por qué vuelves a mi país? Si te vas en las vacaciones del Eid, cerraré las puertas y te quedarás allí. ¿Es esto un banco de alimentos? La gente de mi país está en el paro.” Del mismo modo, Meral Aksener, candidato del Partido IYI (Partido del Bien), ha prometido enviar a los “hermanos sirios” de vuelta a su país. Estas promesas no sólo ignoran las realidades políticas de Turquía y de la región, sino que también alientan a las tendencias xenófobas de las personas a las que no agradó que los sirios se convirtieran en una realidad permanente en Turquía. El periodo de campaña también aumentó el miedo de los sirios que viven en el limbo. Las elecciones resultaron en la victoria aplastante de Erdogan, y podemos afirmar que muchos sirios que viven en Turquía quedaron aliviados por este resultado. El periodo de elecciones nos demostró que el futuro de los sirios no debería quedar en manos de ciertos partidos o figuras políticas, sino en manos de los procesos legales e institucionales, que deberían proporcionar un camino duradero hacia la naturalización y la integración.

En este sentido, el cambio del discurso sobre la ciudadanía turca ha sido un acontecimiento importante desde los inicios de la república. Este cambio debería fortalecerse con regulaciones legales y con la institucionalización de las ciudadanías. Por lo tanto, la concesión de la ciudadanía turca a los sirios residentes en Turquía sobre una base excepcional debería transformarse en un sistema que permita a los sirios solicitar la ciudadanía cuando cumplan ciertos criterios bien definidos. Sólo entonces la ciudadanía turca se convertirá en un fenómeno post-nacionalista.

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Las opiniones expresadas en este artículo pertenecen a su autor y no reflejan necesariamente la política editorial de Monitor de Oriente.

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La autora es asistente de investigación en el TRT World Research Centre. Actualmente estudia un máster en Inmigración, Movilidad y Desarrollo en SOAS, University of London. Es graduada en Literatura Comparada por la Istanbul Bilgi University.

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