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De Bouazizi a Khashoggi

manifestantes protestan en Washington por la desaparición del periodista saudí Jamal Khashoggi [Twitter]

Cuando el joven tunecino Mohamed Bouazizi se prendió fuego en protesta contra las autoridades municipales que le confiscaron en Sidi Bouzid el carro de fruta con el que trabajaba en 2010, no sabía que estaba haciendo estallar las revoluciones de la Primavera Árabe, que derrocaron a varios regímenes, quemaron varios países y cuyo viento aún sopla en la región.

Desde ese día, hace tanto tiempo, han pasado muchas cosas, se han derrocado regímenes y otros han cambiado, se han fragmentado países, se han desplazado pueblos enteros, y las esperanzas de los millones que se echaron a las calles para exigir libertad, dignidad y democracia sean hecho añicos. Sin embargo, la Primavera Árabe no sólo trajo vientos de cambio, sino también vientos contrarios que se han convertido en contrarrevoluciones que han provocado destrucción, golpes de Estado y devastación en muchos países.

Estas contrarrevoluciones tenían una cosa principal en común: la alianza saudí-emiratí, sensible a cualquier evolución hacia la democracia en la región. Dedicó dinero, arma y medios de comunicación para acabar con cualquier esperanza de liberación de los regímenes opresores y tiranos que gobernaban y todavía gobiernan sus naciones con puño de hierro.

Leer: La democracia y el eje de las tiranías árabes

A principios de 2013, el autor saudí Jamal Khashoggi escribió un artículo en el periódico saudí Al-Hayat en el que predecía lo que iba a suceder, como si supiera que era inevitable la llegada de una tormenta. El artículo, titulado “El fin de la Primavera Árabe, pero no hay vuelta atrás”, predecía que la Primavera Árabe llegaría a su fin, pero que la revolución continuaría. Al final de su artículo, Khashoggi escribió: “La Primavera Árabe ha terminado, pero la revolución árabe continúa con su rabia, sus rebeliones y sus infinitas transformaciones,” añadiendo, “el poder de la historia está en la libertad y en la democracia.”

Es irónico que Khashoggi haya terminado siendo víctima de la idea de la libertad y la democracia, en cuyo triunfo creía. Salió de su país predicando esta idea hasta su trágica muerte este octubre, pero su sangre no se derramó en vano, al igual que la sangre de Bouazizi cuando hizo estallar las revoluciones de la Primavera Árabe.

El asesinato de Khashoggi anuncia el fin de las contrarrevoluciones, y entre las dos muertes, o cadáveres, se ha escrito una nueva historia. Khashoggi predijo que la libertad y la democracia triunfarían al final, y las reacciones y respuestas a su asesinato indican que las consecuencias de este crimen no serán menos que los acontecimientos posteriores al incidente en Túnez en 2010.

Los compañeros de los miles de jóvenes que se echaron a las calles tras la trágica muerte de Bouazizi ahora protestan por miles en las redes sociales, que se han convertido en un espacio alternativo para las protestas después de que las contrarrevoluciones prohibieran el uso de las plazas públicas y de las calles para manifestarse.

Los regímenes que se derrumbaron en 2011 con el terremoto de las revoluciones se tambalean hoy ante las fuertes tormentas que se aproximan, cuyas nubes se acumulan en los cielos árabes.

Cuando el expulsado presidente tunecino , Zine El Abidine Ben Ali, sintió que las voces de los manifestantes que desbordaban las calles de las ciudades y pueblos tunecinos le acorralaban, no encontró otra modo de salir de aquella situación más que escapar. A día de hoy, las acciones de los líderes saudíes involucrados en el caso del asesinato de Khashoggi, y de quienes les protegen o confabulan con ellos, suponen un tipo de escape simbólico de la voz de la verdad que les acorrala. No sería raro que estos individuos quedaran aislados y marginados dentro de sus palacios, junto a Ben Ali, que lleva años escondido en su palacio de la ira de su pueblo. Pero estos palacios no les protegerán del curso de la historia, que no muestra piedad a los tiranos, asesinos y corruptos.

Esto no es solamente una comparación romántica de lo que todos aquellos que aspiran al cambio en países que han experimentado contrarrevoluciones quieren soñar. Es un intento de leer la fuerza causada por este terrible crimen y sus repercusiones, que supondrán grandes cambios en la estructura del sistema oficial árabe, ya que, esta vez, el epicentro del terremoto es el duro núcleo de este sistema y la profundidad estratégica de las contrarrevoluciones que abortaron la Primavera Árabe.

Quien planificara el asesinato de Khashoggi, con todos sus terroríficos detalles, pretendía enviar más de un mensaje, empezando por silenciar cualquier oposición o voz independiente, intimidarla y aumentar el miedo, considerado una importante herramienta para los regímenes autoritarios en sociedades derrotadas, antes de declarar su victoria final sobre las revoluciones de la Primavera Árabe. Sin embargo, el fracaso del crimen, la exposición de los perpetradores, la represión contra sus planificadores, la insensatez de intentar negarlo y después tratar de encubrirlo, inventado explicaciones y, finalmente, justificándolo e incluso defendiéndolo… todo esto indica otro fracaso simbólico y doloroso. Es el fracaso de las contrarrevoluciones, que sugiere que su fin está cerca.

Jamal Khashoggi en una sesión de Al-Sharq Fórum

Si alterásemos el título del artículo de Khashoggi y lo adaptáramos a los acontecimientos actuales y al fin de las contrarrevoluciones, su predicción diría: “El fin de las contrarrevoluciones, pero ya no hay vuelta atrás.” La próxima Primavera Árabe no será como la anterior; las naciones han aprendido de sus errores. Mientras tanto, parece que los gobiernos y regímenes árabes no han aprendido la lección, pensando que acabarían con toda esperanza al eludir las reformas formales que presentaban, adoptar políticas de intimidación y coacción para silenciar a su pueblo, o incluso aumentando los salarios y los sobornos que usaban para comprar una estabilidad falsa y proteger su autoridad y su corrupción.

Incluso si detrás de estas reformas formales hubiera una buena intención en algunos países árabes, el paso del tiempo ha revelado la falta de credibilidad de muchas de ellas. Por lo tanto, es necesario que se produzcan cambios radicales y reformas profundas antes de que estalle la segunda Primavera Árabe. Las nubes negras que se acumulan sobre el asesinato de Khashoggi predicen que la tormenta que se aproxima es inminente y violenta.

Libertad de expresión en Arabia Saudí [Sabaaneh/MiddleEastMonitor]


Este artículo fue publicado en árabe en Al-Araby Al-Jadeed el 24 de octubre de 2018.

Las opiniones expresadas en este artículo pertenecen a su autor y no reflejan necesariamente la política editorial de Monitor de Oriente.

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