Son dos minutos y medio impactantes de audio que fueron filtrados desde la prisión de Al Wathba, en Abu Dhabi. En el audio, una joven prisionera - Maryam Al Baloushi - relata una dura historia de abusos, amenazas y coacción a manos de los agentes de seguridad y las autoridades penitenciarias emiratíes. El audio fue obtenido recientemente por el Centro Internacional para la Justicia y los Derechos Humanos, con sede en Ginebra, que ha avalado su veracidad.
Maryam Al Baloushi, una estudiante de 21 años, fue detenida en 2015. Al igual que muchas otras personas capturadas por el sistema de seguridad estatal de Emiratos Árabes Unidos (EAU), cuenta que fue retenida en una lugar desconocido y obligada a firmar una confesión falsa antes de finalmente ser sometida a juicio en 2017.
Maryam fue condenada por financiar a una organización terrorista y sentenciada a 5 años de prisión. Dice que lo único que hizo fue enviar dinero - con buena fe - a una familia siria desfavorecida. En su juicio, declaró ante el juez que fue sujeta a torturas para que confesara y que le negaron el acceso a su familia y a sus abogados. El juez ignoró todas sus alegaciones y la condenó de todos modos.
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Su historia es muy similar a las que cuentan muchos otros en EAU - una unión de siete emiratos del Golfo; los más importantes, Dubái y Abu Dhabi. Es el modus operandi de un país que afirma ser tolerante, pero que castiga a cualquier disidente con un grado de crueldad que desmiente completamente esa afirmación.
El mismo destino que aguardaba a Maryam era el del doctor Nasser Bin Ghaith, economista internacionalmente reconocido, y Ahmed Mansoor, importante activista por los derechos humanos. Ambos fueron condenados a sentencias de 10 años tras desaparecer - en el caso del doctor Bin Ghaith, durante casi un año - por el crimen de “publicar información falsa”, concretamente tweets críticos con el régimen. De nuevo, el juez ignoró sus alegaciones sobre torturas y el uso de confesiones obtenidas bajo coacción.
Matthew Hedges, investigador británico de la Universidad de Durham, fue capturado en mayo de este año y retenido bajo régimen de aislamiento durante casi seis meses antes de ser sometido a juicio. Fue acusado de espionaje, aparentemente porque estaba investigando acerca de los Hermanos Musulmanes, que habían sido catalogados como organización terrorista por EAU.
Uno de los momentos más escalofriantes de la historia de Maryam Al Baloushi es lo que le sucedió durante su interrogatorio. Cuenta que: “Durante la investigación, le dije al investigador que, tarde o temprano, saldría libre y me quejaría de él a las organizaciones humanitarias y a Mohammed Bin Zayed.” Mohammed Bin Zayed es el príncipe heredero de Abu Dhabi y el gobernante efectivo de Emiratos; sin embargo, Maryam dice que el investigador se rió y contestó: “es el mismo Mohammed Bin Zayed el que (me) permite golpearte”.
Maryam Al Baloushi también alega que las mujeres retenidas en la cárcel de Al Wathba son a menudo golpeadas, amenazadas con ser violadas, denegadas de su acceso al tratamiento médico y a las visitas familiares y, cuando protestan, son castigadas con régimen de aislamiento. Añade que, en cartas que escribió a las autoridades, les desafió a ejecutarla “si es que soy una traidora”. También habla acerca de suicidios entre las reclusas.
Su desgarradora historia no concuerda con la imagen de cómo Emiratos Árabes Unidos ha gastado grandes sumas de dinero en su autopromoción. El audio fue publicado la misma semana que Dubái celebraba la Cumbre Mundial de la Tolerancia, una suntuosa mezcla que pretendía embellecer todavía más la narrativa de que el Estado del Golfo es un oasis de libertad.
Tal y como lo expresaron los organizadores: “Mediante una gran variedad de actividades, (la Cumbre de la Tolerancia) profundizará en las formas en las que los individuos, las organizaciones y las naciones pueden tener una mentalidad abierta, comprensiva y que acepte las creencias y opiniones de los demás para llegar a una coexistencia pacífica y cooperar a la hora de generar nuevas ideas que construyan un futuro próspero y sostenible.”
Se trata de un engaño total, sin duda creado por la mejor firma de relaciones públicas que el dinero puede comprar. Los convocantes afirmaron que la cumbre supuso “la reunión de líderes de gobierno, figuras clave de los sectores público y privado, embajadores de la paz y agentes de cambio de todo el mundo.”
¿Se plantearía alguno de esos académicos presentes preguntar sobre su reconocido compañero, el doctor Nasser Bin Ghaith? ¿O sobre Matthew Hedges? ¿Cuestionarían estos “agentes del cambio” el destino de Ahmed Mansoor, quien, en 2015, recibió el prestigioso Premio Martin Ennals por su defensa de los derechos humanos?
Por desgracia, ya sé la respuesta. Sólo espero y rezo por que, al tomar la valiente decisión de hablar, Maryam Al Baloushi no sufra todavía más abusos por parte de sus captores.
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