Proponerse propósitos objetivos personales que nos harán mejorar a principio del nuevo año es algo natural. Normalmente, estos propósitos van desde apuntarse al gimnasio hasta empezar una dieta con resultados a muy largo plazo. Raramente estos propósitos consisten en degradar la figura y la dignidad de todo un pueblo, pero eso es exactamente lo que Estados Unidos se propuso incluso antes de que empezara 2019.
Desde que EEUU anunció el verano del año pasado que retiraba su financiación y apoyo a la Agencia de la ONU para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA), la agencia - que es el principal salvavidas de la diáspora palestina, exiliada debido a la fuerza ocupante de Israel - ha estado sumida en la mayor crisis financiera que ha vivido en sus siete décadas de servicio.
Cuando la UNRWA fue creada en 1949, tenía a unos 750.000 refugiados palestinos bajo su supervisión, pero ahora hay unos cinco millones de personas en el mundo elegibles para recibir ayuda de la agencia de la ONU, incluidos los descendientes de hombres refugiados y sus hijos adoptados. Sin embargo, en general, los principales destinatarios de la ayuda de la UNRWA, y quienes más la necesitan, han sido los refugiados palestinos de los 58 campamentos reconocidos de Oriente medio; en Jordania, Siria, Líbano, Cisjordania y la Franja de Gaza.
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Durante décadas, Estados Unidos fue, de lejos, el mayor contribuyente de UNRWA, donando cientos de millones de dólares a la agencia, junto a la Unión Europea y varias naciones de Oriente Medio, como Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y Turquía. Sólo en 2017, contribuyó con unos 364 millones de dólares a la agencia. Por lo tanto, la retirada de la financiación estadounidense fue un duro golpe para la UNRWA, y la agencia se vio obligada a recaudar fondos extra de sus otros Estados miembro, consiguiendo finalmente reunir una cifra adicional de 122 millones de dólares para superar lo que quedaba de 2018. Este año parece aún más difícil.
A pesar de los esfuerzos de la UNRWA y de los Estados miembros que aumentaron su financiación, los campamentos de la región y los refugiados palestinos que los pueblan han resultado directamente perjudicados por la retirada de la financiación de EEUU. Un campamento en Líbano, a las afueras de la capital, Beirut, está sufriendo particularmente.
Adel Nayfeh, un antiguo refugiado palestino que ahora trabaja como intérprete para la UNRWA en la zona, informó en diciembre a Monitor de Oriente acerca de los enormes daños que habían sufrido en particular la sanidad y la educación. “Empezaron a minimizarlos hace tres años,” cuenta Nayfeh acerca de la gran disminución de fondos, que cayó hasta en un 70% en Líbano. Esto ha afectado a las casi 700 escuelas en las que estudian anualmente 500.000 niños refugiados. “No pueden tener una buena educación, no pueden pagar las escuelas. Incluso las escuelas de la UNRWA necesitan el apoyo que se les ha retirado.”
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Destacó el efecto que han tenido los recortes en la accesibilidad a la sanidad y a la medicación en el campamento, señalando que “hace tres años, la UNRWA cubría el 80% de la medicación, especialmente las operaciones, y el paciente el 20%, o recibía ayuda de una asociación o fundación.” Sin embargo, dos años después, la agencia empezó a cubrir sólo el 40% en algunos casos, dejando en manos de los pacientes el 60% del coste de su medicación y sus servicios médicos. “La mayoría de los hospitales que antes trabajaban con UNRWA,” continúa Nayfeh, “ahora te dicen ‘lo siento, ya no estamos contratados porque no nos pagaban.’ Este es el efecto directo, porque esa gente se fue tras 70 años sin ayuda.”
El robo del último resquicio de dignidad
La razón oficial por la que EEUU retiró su financiación a la UNRWA era, según declaró el presidente Donald Trump, que la “gran cantidad de dinero que les pagábamos a los palestinos” era desproporcionada comparada con la contribución de otros Estados miembros. Como chantaje, añadió una declaración para los palestinos: “no vamos a pagar hasta que hagáis un trato.”
Es bien sabido que Estados Unidos ya no puede ser un mediador legítimo entre los palestinos e Israel: perdió ese supuesto rol cuando reveló su apoyo al Estado de Israel (tampoco es que fuera una gran sorpresa) mediante la decisión de Trump de reconocer a Jerusalén como la capital del Estado en 2017. Sin embargo, esta decisión es más que una simple táctica para favorecer a Israel; posiblemente, supone la mayor amenaza para la posibilidad de un futuro Estado palestino y para el derecho al retorno de los refugiados.
Yaakov Amidror, un general retirado y antiguo asesor de seguridad nacional del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, admitió que “la reducción de los fondos es una forma de hacer callar a UNRWA y cerrarla. ¿Cómo? Diciendo, ‘UNRWA, con el debido respeto, tú ya no existes’”.
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Al retirar los cientos de millones de dólares de financiación a la UNRWA, EEUU pretende asfixiar a la agencia y limitar estrictamente su capacidad de brindar ayuda a los refugiados palestinos. Con el tiempo, la agencia acabará colapsando, haciendo que el estatus de los palestinos como refugiados resulte redundante e inútil. La retirada del estatus de refugiados a la diáspora palestina significaría que perderían su derecho al retorno, poniendo fin a las décadas de debate acerca del derecho de los palestinos a regresar a sus tierras y hogares, que actualmente están ocupados por Israel y sus colonos. Esto dejaría a los aproximadamente 5,3 millones de refugiados palestinos registrados en la agencia aún más apátridas de lo que ya son. Como dijo el ministro de Exteriores alemán Heiko Mass: “La pérdida de esta organización podría provocar una reacción en cadena incontrolable.”
“Esto es lo peligroso, por eso muchos palestinos sueñan con escapar,” explica Nayfeh.
Primero les quitaron sus tierras, luego sus casas, y ahora Estados Unidos e Israel pretenden arrinconar a los palestinos y quitarles su estatus de refugiados.
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