El Fondo Internacional de Emergencia para la Infancia de las Naciones Unidas (UNICEF) ha denunciado ayer que hasta 15 niños sirios desplazados, la mayoría de ellos de muy corta edad, han muerto a causa del frío extremo y de la falta de atención médica.
Los niños, 13 de ellos menores de un año, han muerto en el campamento de refugiados de Al-Rukban, en el sureste de Siria, cerca de la frontera con Jordania. Los otros dos murieron mientras sus familiares huían del baluarte de Daesh en el norte de Siria.
"Las temperaturas bajo cero y las duras condiciones de vida en Rukban están poniendo cada vez más en riesgo la vida de los menores", ha explicado en un comunicado el director regional de UNICEF, Geert Cappelaere. Añadiendo: "En solo un mes al menos ocho menores, la mayoría de ellos con menos de cuatro meses de edad, y los más pequeños de solo una hora de edad, han muerto".
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El campamento de refugiados de Al-Rukban, que actualmente acoge a unas 50.000 personas, está sufriendo una dura situación en términos humanitarios. Esta situación, además, se ha agravado tras cerrar Jordania su frontera con Siria y declarar el área "zona militar". Como consecuencia de ello, la ayuda humanitaria tarda ahora a veces hasta meses para llegar al campamento. Y se debe recordar que esta ayuda humanitaria entró en este campamento, en noviembre de 2018, por primera vez en diez meses.
Mientas, en el este de Siria, la población siria desplazada desde el último baluarte de Daesh en la provincia de Deir Al-Zour se están enfrentando a duras dificultades, "sin refugio, o incluso sin los suministros de primera necesidad que necesitan, y eso a la espera de días más fríos". Cappelaere añade: “Este peligroso y difícil viaje ha provocado en Hajin la muerte de siete menores; la mayoría de ellos con una edad inferior al año".
De acuerdo a los datos de la ONU, más de 10.000 personas han sido desplazadas desde diciembre de algunas zonas en las que las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF) lanzaron una ofensiva de un mes de duración para expulsar a Daesh. “Las vidas de los bebés siguen siendo acortadas por situaciones sanitarias que se pueden prevenir o tratar. No hay excusa para que esto ocurra en el siglo XXI ", ha señalado Cappelaere, para remachar: "Esta trágica y artificial pérdida de vidas debe terminar inmediatamente".
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