Cuba fue uno de los pocos países que en 1947 se opuso al Plan de Partición de la ONU, que estableció las bases para que Israel colonizara Palestina. En aquel momento el enviado cubano ante la ONU, el Dr. Ernesto Dihigo, se posicionó en contra del colonialismo de asentamiento sionista y se refirió claramente a la falta de competencia de la ONU [al respecto] y a su negativa a implementar su discurso referente al derecho de autodeterminación de los pueblos.
Décadas después y en un momento en el que el pueblo palestino corre peligro de perder lo que le queda de su tierra, Cuba debe replantearse su estrategia que podría normalizar el colonialismo israelí y las violaciones de derechos humanos cometidas contra la población palestina.
Los medios de comunicación israelíes han informado de que se había invitado a Doron Markel, jefe científico del Fondo Nacional Judío (FNJ), a una conferencia internacional sobre medioambiente celebrada en La Habana, Cuba. Huelga decir que se le ha concedido a Israel una oportunidad excelente de presentarse como modelo que hay que imitar al elogiar sus conocimientos científicos, al tiempo que se elimina el violento relato del robo de tierra y agua para lograr sus objetivos.
Entre Cuba e Israel no existen relaciones diplomáticas formales. Sin embargo, el hecho de invitar a Cuba a un representante del FNJ, una organización que ha llevado las riendas del desplazamiento del pueblo palestino, equivale a una decisión tácita de normalizar la violencia sobre la que Israel ha sido capaz de construir una imagen próspera. Por cada logro israelí hay víctimas palestinas ocultas.
La forestación de la que habló Markel se debe entender dentro del contexto de la destrucción del patrimonio medioambiental propio de Palestina. Del mismo modo hay que mencionar que la estrategia de Israel respecto al agua supone robar al pueblo palestino un acceso adecuado al agua. La afirmación de Markel de que “la ciencia puede servir de puente” es una petición a Cuba de que normalice las violaciones por parte de Israel de los derechos del pueblo palestino. La invitación a un representante del FNJ apunta ya en esa dirección.
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En uno de sus memorables discursos ante la ONU el líder revolucionario Fidel Castro afirmó: “Las colonias no hablan, a las colonias no se les conoce en el mundo hasta que tienen oportunidad de expresarse”.
Al invitar a un representante israelí, Cuba se ha apartado de esta certera observación de Fidel, que ya fue experimentada por el propio pueblo cubano antes de su liberación.
El apoyo cubano a Palestina tiene sus raíces en la experiencia compartida de la lucha anticolonial. Este país debe ser el primero en dar ejemplo en vez de dar cabida al relato israelí acerca de sus logros a expensas de la población palestina. Esta normalización de las violaciones de Israel y de sus empeños neoliberales es contraria a la lucha revolucionaria de Cuba y no respeta los principios internacionalistas, según los cuales Cuba pudo dar su apoyo a pueblos oprimidos de todo el mundo, incluido el pueblo palestino.
A pesar de no representar el sentimiento del pueblo, el gobierno cubano ha hecho que su política fuera ambigua a consecuencia de esta invitación. Por consiguiente, resulta pertinente preguntar a dónde se dirige Cuba en términos de su propio compromiso de apoyar la lucha anticolonial de otros pueblos oprimidos internacionalmente. Estados Unidos, la Unión Europea y la ONU han normalizado sus relaciones con Israel. ¿Renovará Cuba su compromiso con sus principios o seguirá la tendencia de desentenderse de las legítimas reivindicaciones políticas del pueblo palestino?
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