Una veterana activista israelí acusó a los médicos de su país de permitir la tortura de prisioneros palestinos.
Escribiendo en +972 Magazine, la Dra. Ruchama Marton, quien fundó Physicians for Human Rights - Israel (PHR), declaró cuán "perturbada" ha estado por la forma en que "los médicos israelíes cooperan y permiten la industria de la tortura en Israel".
Al abordar el caso actual de Samer Arbeed, un detenido palestino hospitalizado después de ser torturado durante el interrogatorio, Marton desestimó la negación "absurda" emitida por el Shin Bet, que rechazó la afirmación de que sus agentes eran de alguna manera responsables de su condición.
Marton relató cómo, a mediados de la década de 1990, salieron a la luz dos documentos médicos del Shin Bet que "pedían a los médicos que firmasen la tortura de acuerdo con varias cláusulas previamente acordadas".
Posteriormente, PHR instó a la Asociación Médica de Israel a "unirse a la lucha contra la tortura", escribió Marton, pero el cuerpo simplemente estaba "satisfecho con hacer declaraciones sin hacer nada para evitar que los médicos del Shin Bet cooperen con la tortura".
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Según el veterano médico activista, "no solo los médicos del Shin Bet y el Sistema Penitenciario de Israel colaboran con la tortura", sino que "los médicos en las salas de emergencia de todo Israel escriben partes médicos falsos de acuerdo con las demandas del Shin Bet".
"La historia nos enseña que los médicos de todas partes internalizan fácil y efectivamente los valores del régimen, y muchos de ellos se convierten en servidores leales del régimen", escribió Marton.
“Ése fue el caso en la Alemania nazi, en los Estados Unidos y en varios países de América Latina. Lo mismo ocurre con Israel".
El documento médico, continuó, "permite la prevención del sueño, permite a los interrogadores exponer a los prisioneros a temperaturas extremas, golpearlos, atarlos durante largas horas en posiciones dolorosas, obligarlos a permanecer de pie durante horas hasta que los vasos sanguíneos de sus pies estallen, cubrirles la cabeza durante períodos prolongados de tiempo, humillarlos sexualmente, romper sus espíritus cortando sus lazos con la familia y sus abogados, y mantenerlos aislados hasta que pierdan la cordura".
"El médico sabe a qué tipo de proceso sistemático de dolor y humillación presta su consentimiento y aprobación", afirmó Marton. "Son los médicos los que supervisan la tortura, examinan al prisionero torturado y escriben la opinión médica o el informe de patología".
"Los médicos, enfermeras, doctores y jueces que saben lo que está sucediendo y prefieren permanecer en silencio son cómplices", concluyó la doctora.
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