Fuentes iraníes revelaron ayer que cerca de 1.500 manifestantes han sido asesinados en las últimas protestas en todo el país, informó ayer Reuters.
Según informaron fuentes, el líder supremo, el ayatolá Ali Khamenei, parecía impaciente con los manifestantes, reuniendo a sus principales funcionarios de seguridad y del gobierno, y emitió una orden: "hagan lo que sea necesario para detenerlos".
Esa orden, confirmada por tres fuentes cercanas al círculo íntimo del líder supremo y un cuarto funcionario, puso en marcha la represión más sangrienta contra los manifestantes desde la Revolución Islámica en 1979.
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“La República Islámica está en peligro. Haced lo que sea necesario para acabar con esto. Tenéis mi orden”, dijo el líder supremo al grupo, dijo una de las fuentes.
Khamenei dijo que responsabilizaría a los funcionarios reunidos por las consecuencias de las protestas si no las detenían de inmediato. Los que asistieron a la reunión acordaron que los manifestantes tenían como objetivo derrocar al régimen.
En un comunicado, un portavoz del Consejo Supremo de Seguridad Nacional de Irán describió la cifra de muertos como "noticias falsas", según la agencia de noticias semioficial Tasnim.