El Departamento de Estado de los Estados Unidos emitió ayer una declaración, pidiendo a sus ciudadanos que eviten viajar a Iraq.
"Todos los estadounidenses en Iraq corren un alto riesgo de violencia y secuestro", dijo el Ministerio de Relaciones Exteriores.
El miércoles, la embajada de Estados Unidos en la capital iraquí, Bagdad, dijo que había suspendido todas las operaciones consulares públicas "hasta nuevo aviso", un día después de que los manifestantes iraquíes irrumpieron en su perímetro exterior, incendiando, arrojando piedras y rompiendo cámaras de vigilancia.
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Los disturbios fuera del recinto de la embajada se produjeron después de los ataques aéreos estadounidenses el domingo contra las bases del grupo Kataib Hezbolá, respaldado por Irán. Washington dijo que los ataques aéreos, que mataron a 25 personas e hirieron a otras 51, fueron en represalia por los ataques con misiles que mataron a un contratista estadounidense en el norte de Iraq la semana pasada.
Las protestas marcaron un nuevo giro en la guerra en la sombra entre Washington y Teherán, que se desarrolla en todo Oriente Medio.
El martes, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, quien enfrenta una campaña de reelección en 2020, acusó a Irán de orquestar la violencia, amenazando con tomar represalias contra Irán, pero dijo más tarde que no quería la guerra.