La viuda Samirah Nasser y sus ocho hijos intentaron regresar a su pueblo yemení, pero los incesantes ataques aéreos les obligaron a regresar a la relativa seguridad de un campo de refugiados, según informa Reuters.
Temblando por otro campamento de invierno, es una de los 3,6 millones de yemeníes, alrededor del 12% de la población, desplazados durante una guerra de casi cinco años, que ha generado lo que las Naciones Unidas dicen que es la crisis humanitaria más urgente del mundo.
“Cuando regresamos (a nuestra aldea), los aviones estaban en el cielo. Atacaron el mercado lleno de niños”, dijo Nasser. "Prohibí a los niños ir a la escuela por temor a los aviones de combate".
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Los ataques aéreos han disuadido a Nasser en los últimos tres años de intentar otro regreso a su región natal de Saada, corazón del movimiento hutí alineado con Irán, que ha estado luchando contra una coalición militar liderada por Arabia Saudí desde marzo de 2015.
“La guerra allí no se detiene. Nuestras casas están destruidas, no tenemos dónde quedarnos, nada", dijo Houriya Muhammad, una madre de tres hijos de 40 años que tampoco puede regresar a Saada, donde solía vender ollas.
Ambas mujeres ahora viven en un campo de refugiados en Khamir, a unas dos horas y media por carretera desde la capital, Saná. La vida es muy dura en los campamentos, donde las instalaciones son rudimentarias.
"Nos estamos muriendo de frío", dijo Muhammad. "Mis hijos y yo dormimos juntos con tres o cuatro mantas encima".
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Los niños, moqueando, se calientan cerca de las fogatas. El agua se filtra a través de los agujeros en las carpas improvisadas.
La guerra en Yemen enfrenta a la coalición liderada por Arabia Saudí, respaldada por Occidente, contra los hutíes alineados con Irán, que aún controlan Saná y otros centros urbanos importantes.
Más de 100.000 personas han muerto en el conflicto, que ha paralizado los servicios básicos y la infraestructura y ha devastado la economía. Según el Programa Mundial de Alimentos (PMA), más de 11 millones de personas luchan por encontrar suficiente comida y 240.000 personas viven en condiciones de hambruna.