Turquía nunca deportaría por la fuerza a ningún refugiado cuya vida pudiera estar en peligro en su país de origen, dijo ayer el ministro del Interior turco.
En declaraciones a Al-Jazeera, Süleyman Soylu señaló que "actualmente hay más de 4 millones de árabes viviendo en Turquía".
Al referirse al egipcio afiliado a los Hermanos Musulmanes, Mohamed Abdelhafiz Ahmed Hussein, quien fue deportado en enero a El Cairo, Soylu señaló que su país había "procesado y condenado a los involucrados en el acto". Agregó que la esposa de Hussein estaba "en vías de obtener la ciudadanía turca".
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Hussein, de 28 años, se encontraba entre las 28 personas condenadas a muerte en julio de 2017 por matar al fiscal de Egipto en un ataque llevado a cabo a principios de año. Fue enviado de regreso a Egipto el mes pasado desde el aeropuerto principal de Estambul, Ataturk, a su llegada de Somalia por no tener una visa.
En los informes recientes sobre los objetivos de Turquía de naturalizar a todos los activistas de la oposición en Egipto, Siria e Irak, el funcionario turco enfatizó que las afirmaciones eran "infundadas".
"Más de 51 millones de turistas visitaron Turquía en 2019, en comparación con los 30 millones en 2016", señaló Soylu, subrayando que su país era y es un destino "seguro".
"Nunca permitiríamos el racismo contra nadie en Turquía", reiteró, y advirtió que quien realice un acto racista estaría sujeto a "rendir cuentas".