Nadie puede pasar por alto el enorme salto que Turquía ha dado en los últimos decenios al pasar de ser un país oriental a las puertas de Europa a una gigantesca potencia económica y militar.
Hoy en día, Turquía está presente en el corazón del Mediterráneo, Libia, Siria e Iraq, y desempeña un papel fundamental en una serie de cuestiones relativas a la región.
Tampoco es posible pasar por alto la hostilidad oculta y aparente de la región hacia Turquía, que ha surgido recientemente en una guerra de declaraciones entre el ministro de defensa turco y algunos funcionarios de los Emiratos Árabes Unidos.
De hecho, muchos consideran que el reciente acercamiento entre los Emiratos Árabes Unidos e Irán es una manifestación de la movilización de los Emiratos contra Turquía mediante la creación de nuevas alianzas capaces de contrarrestar la expansión turca.
Independientemente de la ingenuidad de este enfoque, que descuida datos importantes, muchos indicadores confirman que el acto de sabotaje ha llegado a sus últimos límites. Entre estos datos se encuentra la naturaleza de las relaciones económicas entre Turquía e Irán, que son relaciones estratégicas que no se ven afectadas por fluctuaciones políticas o caprichos circunstanciales.
Además, los iraníes son muy conscientes de que los Emiratos Árabes Unidos (EAU) no son más que un instrumento de ejecución en manos de otros y que no tienen el poder de tomar sus propias decisiones, y que al final no pueden alejarse de las decisiones sauditas, aunque puedan influir profundamente en ellas de muchas maneras.
Por otra parte, esta acción tardía de los Emiratos Árabes Unidos se inscribe en el mismo marco que las falsas acusaciones que Abu Dhabi ha hecho contra Qatar desde el comienzo del bloqueo, y en realidad fueron algunos de los principales pretextos para asediar a Doha.
Se hizo evidente que estas acusaciones son falsas; un asunto que se reveló a través de las aventuras de Abu Dhabi en Libia, Yemen, Siria y Túnez, que condujeron al caos y a guerras civiles en muchos lugares del este y el norte de África.
En cuanto a las declaraciones turcas, que esta vez utilizaron amenazas de sanciones, reflejan la conciencia de Ankara de la magnitud de los daños causados por los Emiratos Árabes Unidos, que amenazan la estabilidad de toda la región, especialmente en Siria, el Yemen y Libia, donde apoya a las milicias, los mercenarios y las fuerzas separatistas.
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Hoy en día, Turquía se ha convertido en uno de los principales países con avances tecnológicos, producción militar e independencia económica, lo que le permite tener un control completo de sus decisiones y acciones.
No es prudente continuar con la hostilidad contra Turquía y no es prudente distorsionar aún más su imagen, porque se ha convertido en un actor internacional capaz de invertir las principales ecuaciones, como lo hizo en Libia.
Mientras tanto, la dispersión de las potencias árabes y su hostilidad entre sí ha empujado a muchos países a forjar alianzas extranjeras en busca de estabilidad. Esto hace que Ankara sea hoy el aliado más cercano para apoyar la legitimidad y proteger el derecho de los pueblos y los Estados a salvaguardar su soberanía.
Este artículo fue publicado en árabe en The New Khalij, el 6 de agosto de 2020
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