El cabeza de la Iglesia Católica, el Papa Francisco, ayer pidió un "día de oración y ayuno el viernes para el Líbano".
"Un mes después de la tragedia que azotó a la ciudad de Beirut, mis pensamientos se dirigen una vez más al Líbano y a su pueblo, tan duramente probado", dijo el Papa en un discurso, subrayando que el Líbano no podía ser "abandonado en su soledad".
Sosteniendo la bandera libanesa, el Papa describió al Líbano como un "país de esperanza".
Francis visitará Beirut el viernes para reunirse con los líderes libaneses y discutir formas de apoyarlos tras la reciente explosión en el puerto que mató a casi 200 personas e hirió a más de 5.000.
El Líbano ha estado experimentando la peor crisis económica de su historia, desencadenando protestas antigubernamentales a gran escala. La situación se vio agravada por el brote de coronavirus y los posteriores cierres. Casi la mitad de los seis millones de habitantes del país viven por debajo del umbral de pobreza. Los economistas advierten que la escala de la catástrofe puede ser peor que la guerra civil de 15 años, que se extendió de 1975 a 1990.
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