Tras los acuerdos de normalización entre los estados del Golfo e Israel, la administración de EE.UU. y la ocupación israelí comenzaron a hablar del siguiente país alineado - Sudán.
Los Emiratos Árabes Unidos han estado presionando a Jartum para que se una a la ola de la normalización. Esto se produce a pesar de la presencia de la oposición interna en Sudán, coincidiendo con la oferta de EE.UU. de retirar a Sudán de la lista de Estados Patrocinadores del Terrorismo y entregar la ayuda financiera a las autoridades sudanesas.
Actualmente se está produciendo un acalorado debate en Sudán sobre la normalización de las relaciones con Israel, en medio de rumores sobre la intención de las autoridades sudanesas de mantener relaciones abiertas con la ocupación israelí.
La presencia de voces en el gobierno sudanés y en la cúpula militar que reclaman la normalización de las relaciones con Israel ha allanado el camino para el establecimiento de la Sociedad de Amistad Sudano-Israelí, y ha intensificado los debates en las cadenas de televisión y en la prensa local.
Por otro lado, en lo que respecta a las fuerzas civiles sudanesas, algunos están en contra y otros a favor de la normalización con Israel. Sin embargo, mientras el asunto siga un camino progresivo, no conducirá a la agitación popular. Ambas partes quieren que el nombre de Sudán sea retirado de la lista negra de EE.UU., que se promueva la inversión en el país, que se exima a Sudán de su deuda externa y que se reciba miles de millones en ayuda estadounidense.
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Oficialmente, Israel y Sudán no mantienen relaciones diplomáticas y siguen siendo considerados enemigos. A pesar de ello, ha habido muchos contactos al más alto nivel durante los últimos meses, lo que significa que las relaciones entre los dos países han experimentado un cambio significativo.
Cuando Sudán cortó sus relaciones diplomáticas con Irán en 2016, Israel comenzó a realizar comunicaciones indirectas a través de los Estados Unidos para estudiar la posibilidad de establecer relaciones con Israel. Sin embargo, el derrocamiento del presidente sudanés Omar Al-Bashir en abril de 2019 ya había abierto las puertas al cambio.
En febrero de 2020, el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu se reunió en Uganda con el jefe del Consejo de Soberanía de Sudán, el general de división Abdel Fattah Al-Burhan, y acordaron promover la normalización de las relaciones bilaterales. Ese mismo mes, este último anunció que permitiría que el primer avión israelí cruzara el espacio aéreo sudanés.
Tras décadas de hostilidad, Israel y Sudán pueden establecer relaciones debido a los esfuerzos realizados por el gobierno israelí para mejorar sus relaciones con los países árabes con el objetivo de crear un bloque regional para hacer frente a Irán. Sudán ha sido testigo de una intensa presencia iraní antes de 2014. Solíamos oír de vez en cuando acerca de incursiones contra objetivos iraníes en el país africano. Por otro lado, los buques de guerra, los convoyes militares y el equipo de guerra iraníes fabricados por Teherán seguían llegando a la Franja de Gaza y a Hamas.
En esa etapa, las relaciones entre Jartum y Tel Aviv alcanzaron sus niveles más bajos, y la animosidad entre los dos estados estaba muy arraigada. Así, Sudán se había convertido en uno de los pocos países africanos que prohibía a sus ciudadanos visitar Israel.
No obstante, la situación ha cambiado desde 2014, después de años tensos, y con las presiones ejercidas por los sauditas, el Sudán puso fin a sus relaciones con Irán.
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Cuando se suspendieron las relaciones entre Irán y Sudán bajo la estrecha supervisión de Israel, el primer paso fue expulsar al agregado cultural iraní de Jartum, lo que condujo a la ruptura final entre Jartum y Teherán. Los sudaneses también detuvieron las operaciones de contrabando de armas destinadas a Hamas en la Franja de Gaza, y más tarde se unieron a la coalición saudita contra los hutíes en el Yemen.
En 2015, Israel estableció un contacto encubierto con las autoridades sudanesas a través de representantes de organizaciones internacionales. Esto dio lugar a la creación de un grupo de cabilderos israelíes que trabajaban por los intereses de Sudán en Estados Unidos durante el mandato del presidente Barack Obama, y en Europa, ya que Israel solicitó a los países occidentales que ayudaran a Sudán a pagar sus deudas.
Algunos partidos sudaneses ven que establecer relaciones con Israel servirá a los intereses internos del país. Un ministro sudanés, que habló públicamente sobre el derecho a establecer relaciones con Israel, acusó a los árabes de cometer un error histórico al oponerse al Plan de Partición de 1947 de las Naciones Unidas.
Hoy en día, Israel cree que el desarrollo de sus relaciones con el Sudán servirá a sus intereses, incluyendo la reducción de la duración de los vuelos a cuatro horas con los países de América Latina, al volar sus aviones sobre Jartum. Además, Israel quiere cambiar la orientación de los países africanos para que voten a favor de Israel en los órganos de la ONU, además de intentar invertir en Sudán, especialmente en los campos de la agricultura, la gestión de los recursos hídricos, la tecnología y la innovación médica.
La normalización sudanesa e israelí puede conducir a la consecución de una serie de objetivos en varias direcciones. Israel saldrá ganando si establece relaciones con un país africano de importancia estratégica a orillas del Mar Rojo, y los Estados Unidos crearán un sistema de transición reforzado como alternativa a los islamistas. Mientras tanto, Sudán se beneficia de la eliminación de su nombre de la lista de Estados Patrocinadores del Terrorismo, y recibe una generosa ayuda financiera. En cuanto a los Emiratos Árabes Unidos, las autoridades de allí esperan conseguir un logro diplomático mediando en este acuerdo y obteniendo importantes ganancias materiales.
Los israelíes creen que el mando civil en Sudán tiene dificultades para aceptar el establecimiento de relaciones con Israel debido a la cuestión palestina, y prefiere separar la eliminación de Sudán de la lista negra del expediente de normalización. Sin embargo, las fuerzas civiles en Jartum, a diferencia del ejército, no están dispuestas a beneficiarse de las capacidades militares israelíes o de la posibilidad de cooperación en materia de seguridad con ellos.
Está en juego la cuestión de la eliminación de Sudán de la lista de países que patrocinan el terrorismo, como paso necesario para lograr una recuperación económica. Esto significa que los dirigentes civiles sudaneses deben considerar la posibilidad de cumplir los deseos de los Estados Unidos y obtener la ayuda de los gobernantes del Golfo, que son capaces de ayudar a Sudán a superar la crisis económica.
Tel Aviv es muy consciente de la disputa dentro de los líderes sudaneses en relación con el expediente de normalización, y permite a Washington interferir en esta espinosa situación. A diferencia de los Emiratos Árabes Unidos, Israel no espera un aumento de las transacciones comerciales con Sudán, ni tampoco una ola de entusiasmo en las calles de Jartum, aunque se firme el acuerdo de normalización.
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