Las autoridades saudíes han utilizado las plataformas de los medios de comunicación social sobre todo para reprimir a los opositores y críticos del Estado y para restringir la libertad de expresión en el reino.
AFP informó que la represión ha incluido tanto a intelectuales como a altos funcionarios del Estado.
Según la agencia, en abril, el viceministro de Finanzas, Abdulaziz Al-Dakhil, desapareció después de compartir un tweet en el que expresaba sus condolencias por la muerte de un activista.
El año pasado, el Departamento de Justicia de los Estados Unidos acusó a dos ex empleados de Twitter de espiar para Arabia Saudí utilizando los datos de la empresa para acceder a la información personal de más de 6.000 cuentas de Twitter en 2015.
Una de esas cuentas pertenecía al destacado disidente Omar Abdulaziz, que más tarde se hizo amigo de Jamal Khashoggi, un columnista colaborador del Washington Post que abogaba por la libertad de expresión en el mundo árabe. Khashoggi fue asesinado dentro del consulado saudí en Estambul por un comando secreto saudí en 2018.
Lynn Maalouf, subdirectora regional de Amnistía Internacional para Oriente Medio, dijo: "Un simple tweet puede llevarte a la cárcel en Arabia Saudí, sin poder contactar con un abogado durante meses o quizá años."
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