El ministro de Asuntos Exteriores de Rusia insiste en que Moscú se niega a permitir que Siria se utilice como escenario de confrontación entre Israel e Irán, mientras las tensiones siguen aumentando en el país con los ataques aéreos israelíes contra objetivos iraníes. En una rueda de prensa celebrada el lunes, Serguéi Lavrov aseguró a Israel que Rusia no permitirá que se dirijan amenazas y ataques hacia el Estado ocupante desde Siria.
"Nuestros queridos colegas israelíes", dijo Lavrov, "si tienen datos de que su Estado se enfrenta a amenazas desde el territorio sirio, comuniquen los hechos urgentemente y tomaremos todas las medidas para neutralizar la amenaza".
Las garantías de Lavrov se produjeron tras una serie de importantes ataques aéreos de los israelíes contra instalaciones militares iraníes en Siria. Israel los ha atacado con regularidad durante los últimos años en un esfuerzo por impedir el fortalecimiento de la presencia de Irán en el país devastado por la guerra.
El ministro de Asuntos Exteriores ruso añadió que su país no "expulsará" a los militares estadounidenses de Siria, ni participará en hostilidades a pesar de oponerse a su presencia. Las tropas estadounidenses tienen su base principalmente en el sureste y el este de Siria, donde custodian los yacimientos petrolíferos de la provincia de Deir Ez-Zor.
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Lavrov reiteró que, aunque Rusia no atacará a los militares estadounidenses, no entablará ningún diálogo con Washington a nivel político o diplomático con respecto a Siria.
"Tenemos contactos con Estados Unidos a través de canales militares", explicó, "no porque reconozcamos la legitimidad de su presencia en Siria, sino simplemente porque deben actuar en el marco de reglas específicas".
Mientras que Rusia apoya al régimen sirio del presidente Bashar al-Assad y Estados Unidos apoya en gran medida a las milicias kurdas del noreste del país junto con algunos elementos de la oposición, Irán también ha sido un apoyo clave para Assad. Sin embargo, Teherán suele considerarse una amenaza para los intereses y la influencia de Moscú en el país.
Moscú y Teherán han sido vistos como competidores por intereses a largo plazo en cuanto a sus relaciones con el régimen de Assad, sus intereses económicos en el país y su participación militar. Si bien ambos han ayudado militarmente al régimen a lo largo de la actual guerra civil -Rusia con su poderío aéreo y sus mercenarios, e Irán con su financiación a Damasco y el despliegue de milicias chiítas-, han desarrollado diferentes estrategias económicas en el país, especialmente para el período posterior al conflicto.
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