Amnistía Internacional ha denunciado los abusos contra los derechos humanos en Egipto en un nuevo informe con motivo del décimo aniversario del levantamiento egipcio de 2011.
Las cárceles de Egipto están repletas de revolucionarios que en su día se plantaron en la plaza Tahrir para pedir a Hosni Mubarak que dimitiera, afirma Amnistía en "¿Qué importa si muero?".
Unos 60.000 opositores políticos languidecen en las cárceles de Egipto.
Los detenidos viven en celdas con el doble de capacidad, según el informe, en las que están a la entera merced de los guardias de la prisión.
Los funcionarios de prisiones someten a los presos políticos a torturas al negarles la asistencia sanitaria como represalia por sus actividades revolucionarias.
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Algunos están recluidos durante 22-23 horas al día en régimen de aislamiento, se les niegan las visitas familiares y se les priva de los paquetes de comida de sus parientes.
El trato que reciben los reclusos ha provocado muertes bajo custodia y daños irreparables en su salud.
"Es deplorable que las autoridades egipcias traten de intimidar y atormentar a los defensores de los derechos humanos, políticos, activistas y otros opositores reales o percibidos negándoles la asistencia sanitaria", comentó el director de MENA, Philip Luther.
"Cuando la denegación causa dolor o sufrimiento graves y es un acto deliberado con fines de castigo, constituye tortura".