La policía cerró el sábado una amplia zona del centro de Túnez, bloqueando las carreteras para impedir una gran protesta respaldada por el poderoso sindicato del país, lo que provocó airadas críticas de los miembros del Parlamento, informa Reuters.
Se esperaba que un gran número de personas se concentraran para conmemorar el asesinato en 2013 de un destacado activista y para protestar contra los abusos policiales que, según ellos, han puesto en peligro las libertades conquistadas en la revolución de 2011 que desencadenó la "primavera árabe".
La policía antidisturbios desplegó cordones alrededor del centro de la ciudad, impidiendo tanto a los coches como a muchas personas entrar en las calles alrededor de la avenida Habib Bourguiba mientras cientos de personas comenzaban a reunirse, dijo un testigo de Reuters.
A diferencia de las anteriores marchas de la oleada de protestas callejeras que han recorrido Túnez en las últimas semanas, la concentración del sábado está respaldada por el sindicato UGTT, la organización política más poderosa del país, con un millón de afiliados.
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Las protestas, que comenzaron con enfrentamientos y disturbios en distritos desfavorecidos el mes pasado a causa de la desigualdad, se han centrado cada vez más en el gran número de detenciones y en los informes -desmentidos por el Ministerio del Interior- de abusos a los detenidos.
Mohammed Ammar, diputado del partido Attayar, dijo que había telefoneado al primer ministro para protestar por el cierre del centro de Túnez a la protesta.
Una década después de la revolución tunecina, su sistema político democrático está en crisis, sumido en interminables disputas entre el presidente, el primer ministro y el parlamento, mientras la economía se estanca.
Mientras que algunos tunecinos, desilusionados por los frutos de su levantamiento, han cantado la nostalgia por las mejores condiciones de vida que recuerdan de los días de la autocracia, otros han denunciado la erosión percibida de las libertades que la democracia aseguró.
El clima febril ha recordado para algunos la polarización política después de que un militante de línea dura asesinara al activista laico y abogado Chokri Belaid en febrero de 2013.
Su muerte desencadenó una ola de protestas masivas en Túnez que llevó a un gran acuerdo entre los principales partidos políticos islamistas y laicos para evitar que el país se hundiera en la violencia