El presidente del Parlamento y líder del movimiento Ennahda ha declarado que Túnez necesita la ayuda de sus socios internacionales. "Especialmente de aquellos que creen en la democracia, ya que ésta es incapaz de aplicar todas las reformas por sí sola", escribió Rached Ghannouchi en USA Today. "Túnez", añadió, "sigue siendo una democracia en construcción".
Ghannouchi subrayó que los disturbios que han estallado en algunas ciudades durante las últimas semanas han puesto de manifiesto la necesidad de tomar más medidas. "Esto se debe a la frustración del pueblo tunecino respecto a la lentitud de las reformas económicas desde la revolución, además de que no se han creado oportunidades de empleo y no se ha mejorado la calidad de vida como se esperaba".
Señaló que Túnez hizo historia hace diez años, tras la determinación de su juventud de desencadenar la revolución de la libertad y la dignidad. "Ya ha entrado en una difícil fase de transición del régimen autoritario a la democracia y se ha convertido en un faro de esperanza para quienes creen en la democracia árabe. A pesar de este progreso, asistimos al auge de movimientos que evocan la nostalgia del antiguo sistema y pretenden volver al pasado autoritario de la dominación de un solo gobernante, en lugar del pluralismo y el compromiso que caracterizan al sistema democrático."
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Explicando las razones de este fenómeno, el veterano político dijo: "La primera es la lucha de gran parte del mundo, incluido Estados Unidos, para combatir el populismo, que tiende a prosperar en tiempos de crisis y de agitación social y económica. La narrativa populista es peligrosa y se basa en la oposición entre un grupo homogéneo de personas contra otras personas que son fácilmente chivos expiatorios, ya sea que pertenezcan a la élite o a una minoría".
El presidente del Parlamento dijo que la tensión en su país se ha desencadenado por un ataque a las instituciones democráticas, a los cargos electos y a los partidos políticos. Esto está perturbando su labor y alimentando la idea de que todos los complejos y profundos retos sociales y económicos pueden resolverse volviendo a gobernar un líder más eficiente y fuerte, o entregando el país a "un buen dictador". Sugirió que se considera que todas las revoluciones son seguidas por movimientos y narrativas que son hostiles al espíritu revolucionario y buscan impedir o anular cualquier progreso que pueda comprometer sus privilegios e intereses.
"Al mismo tiempo", confirmó Ghannouchi, "podemos estar orgullosos de los notables logros que Túnez ha conseguido en los últimos diez años, tras establecer nuevas instituciones democráticas, resolver conflictos de forma pacífica, promover una cultura de inclusión política y dar prioridad a la protección de los derechos humanos, la igualdad de género y el Estado de derecho, así como establecer nuevas normas de responsabilidad y transparencia del Estado".