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La vida de cuatro periodistas yemeníes está en juego, pero Joe Biden podría salvarlos

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, en la Sala Roosevelt de la Casa Blanca el 1 de marzo de 2021 en Washington, DC [Anna Moneymaker-Pool/Getty Images].

La suerte de cuatro periodistas yemeníes está en manos del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, han asegurado el Dr. Khalid Ibrahim y el Dr. Ikram Ais al explicar los detalles de su campaña para su liberación. Ibrahim es el director ejecutivo del Centro del Golfo para los Derechos Humanos, mientras que Ais es codirector de activismo en los Defensores de los Derechos Humanos de la Facultad de Derecho de Harvard. Han enviado una carta a Biden instándole a que pida la liberación inmediata de Abdul Khaleq Amran, Akram Al-Walidi, Al-Hareth Humaid y Tawfiq Al-Mansouri, que se enfrentan a una sentencia de muerte en el Yemen controlado por los hutíes.

Los cuatro formaban parte de un grupo de diez periodistas que fueron detenidos por los hutíes en 2015. Se les acusó de "colaborar con el enemigo", en referencia a la coalición liderada por Arabia Saudí que había iniciado la guerra en curso en el país. Su detención fue criticada por Amnistía Internacional, que el año pasado describió los cargos contra los hombres como "inventados", añadiendo que los detenidos habían sido golpeados, privados de agua y obligados a sostener bloques de cemento durante varias horas.

La campaña para su liberación se ha acelerado con una fecha crítica que se avecina en mayo y que podría sellar su destino. Su vida pende ahora de un hilo después de que el Tribunal Penal Especializado de Sanaa, controlado por los hutíes, condenara a los cuatro a muerte en abril del año pasado. Según Human Rights Watch, se trató de un juicio injusto basado en acusaciones de traición y espionaje para Estados extranjeros por motivos políticos. El tribunal no especificó cuándo debían ejecutarse las sentencias.

En aquel momento, el Comité para la Protección de los Periodistas expresó su alarma por las sentencias y pidió a las autoridades hutíes que liberaran a los presos. El Comité fue informado de que la sentencia de muerte se había dictado en ausencia del abogado de los periodistas.

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Ibrahim ha viajado a Yemen en varias ocasiones para reunirse con las familias de los periodistas. Insiste en que los cuatro hombres simplemente estaban haciendo su trabajo, documentando información y reportando noticias. Al parecer, los hutíes los secuestraron después de que informaran sobre los abusos cometidos en Yemen, atribuidos al grupo.

Aparte de la amenaza de ejecución, las condiciones de detención de los cuatro hombres son muy preocupantes. Otros tres detenidos que fueron sometidos a juicio con ellos han sido liberados en un intercambio de prisioneros. Contaron a Human Rights Watch que estaban recluidos en una celda helada, sucia y sin ventanas de unos seis metros cuadrados con varios otros hombres. "Las prisiones hutíes carecen de atención médica adecuada y están mal gestionadas", explicaba Ibrahim.

Otros periodistas que estuvieron recluidos en prisiones similares denunciaron que fueron torturados repetidamente y privados de agua y comida. Además, los cuatro periodistas corren el riesgo de ser expuestos a la Covid-19. A día de hoy, cada uno de ellos ha pasado setenta meses en una celda de la prisión Hutí.

Para dos de los prisioneros ha habido una angustia adicional. A los padres de Al-Mansouri y Humaid se les negó el derecho a visitar a sus hijos y murieron sin verlos. Los familiares están ahora suplicando a los hutíes que los liberen antes de que sus madres también fallezcan. Sin embargo, a pesar de los innumerables llamamientos de los grupos de derechos humanos y de la libertad de prensa, tanto en Yemen como en el extranjero, para que anulen las condenas a muerte y pongan en libertad a los periodistas, los hutíes permanecen impasibles.

Desde que tomaron el control de la capital del Estado, Saná, y de otras zonas densamente pobladas del norte de Yemen, los hutíes han reprimido a los periodistas y les han hecho imposible realizar su trabajo con seguridad. El líder del grupo, Abdel Malek Al-Houthi, dejó clara su hostilidad hacia los medios de comunicación independientes. "Los trabajadores de los medios de comunicación son más peligrosos para nuestro país que los traidores y mercenarios de las fuerzas de seguridad", declaró en una entrevista televisada.

"El periodismo nunca debería ser un delito", insisten Ibrahim y Ais, "y mucho menos llevar [a una persona] a la pena de muerte". Advirtieron de que cuanto más se calle Occidente sobre estos temas, más veremos aumentar los grupos y regímenes autoritarios en todo el mundo que violan las libertades básicas. "Esta campaña", explicó Ais, "trata de la restauración de la libertad de expresión".

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El tiempo se agota para los cuatro periodistas. En febrero estaba prevista una audiencia en el Tribunal Especializado de Apelación Penal para revisar su caso. Sin embargo, los periodistas no fueron llevados a la audiencia. Un funcionario que representaba a los Servicios Secretos hutíes informó al tribunal de que habían sido trasladados a otra prisión, a la espera de un acuerdo de intercambio de prisioneros, con la amenaza de ejecución que pesa sobre sus cabezas. Su suerte podría decidirse el 23 de mayo, fecha de la próxima comparecencia.

En su carta a Joe Biden, el Dr. Khalid Ibrahim y el Dr. Ikram Ais recordaron al presidente estadounidense que había hecho de los derechos humanos su prioridad número uno y que su administración había dado el importante paso de retirar el apoyo a la ofensiva militar dirigida por Arabia Saudí en Yemen. Le instaron a intervenir en favor de los cuatro periodistas.

"Le animamos a que aproveche estos avances tomando medidas para promover el respeto a la libertad de expresión, defender los derechos humanos y contribuir al restablecimiento de la paz en Yemen", escribieron. "Creemos que su administración está bien situada para lograr un impacto positivo y duradero en el restablecimiento de la paz en Yemen y poner fin a este patrón opresivo de supresión de la expresión".

Las opiniones expresadas en este artículo pertenecen al autor y no reflejan necesariamente la política editorial de Monitor de Oriente.

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