El aplazamiento de las elecciones generales palestinas no es un esfuerzo nacional, sino la prueba de que el presidente de la Autoridad Palestina (AP), Mahmud Abbas, está más cerca de Israel que de los palestinos, afirmaba el sábado la destacada redactora israelí, Amira Hass que indicó en un artículo en Haaretz que el aplazamiento de las elecciones demuestra que Abbas está más cerca de los intereses de Israel que de su propio pueblo.
"Las elecciones parlamentarias son malas para el presidente y los funcionarios no elegidos que dirigen la Autoridad Palestina", escribió Hass, señalando que Abbas y sus socios de Fatah: "Santifican el falso statu quo (cooperación en materia de seguridad con Israel) para controlar los enclaves de Cisjordania".
Hass dijo que Abbas escucha los consejos de sus asociados que: "Son más leales a los intereses de Israel para preservar el statu quo y evitar cualquier choque o cambio".
Los ayudantes de Abbas sugirieron que el rechazo de Israel a las elecciones es superior a la postura de su pueblo, que estaba ansioso por participar en el proceso democrático.
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Hass señaló que el statu quo cambia continuamente y no a favor de los intereses palestinos, sino de los intereses del control de Israel sobre sus hogares y tierras.
El "falso" statu quo permite a Al Fatah controlar los enclaves económicos, administrativos y políticos de Cisjordania, además de permitir a los funcionarios no elegidos y a Abbas imponer su control mediante el nombramiento de quienes les son leales.
Según Hass, la lealtad a la cooperación en materia de seguridad mantiene cierta estabilidad en la zona traducida en forma de subvenciones por parte de la comunidad internacional.
Esta estabilidad, explica, que se impone a costa de los palestinos y de sus derechos, es importante para muchos países que ofrecen ayuda a la AP, como Estados Unidos y los países de la Unión Europea.
Para concluir su artículo, Hass transmite que el silencio de los altos cargos de Al Fatah y de la AP, que siempre han glorificado la resistencia popular, revela su hipocresía, destacando sus elogios a la resistencia popular.
El aplazamiento de las elecciones ha demostrado que la dirección de Fatah no está interesada en la resistencia popular y, seguramente, tampoco en el pueblo que la adopta.