Los abusos que las fuerzas israelíes están infligiendo a los palestinos en la Cisjordania ocupada "se derivan de un patrón de décadas en el que las autoridades israelíes utilizan una fuerza excesiva y enormemente desproporcionada para sofocar las protestas y los disturbios de los palestinos, a menudo con el resultado de lesiones graves y la pérdida de vidas", señaló ayer Human Rights Watch.
Los ataques israelíes se producen mientras los manifestantes palestinos exigen el fin del desplazamiento forzoso de familias de sus hogares en la Jerusalén Oriental ocupada para dejar paso a colonos ilegales. Las fuerzas de ocupación israelíes también irrumpieron en la mezquita de Al-Aqsa en numerosas ocasiones y dispararon y maltrataron a los fieles palestinos mientras rezaban las oraciones nocturnas del Ramadán.
El director para Israel y Palestina de HRW, Omar Shakir, criticó el uso por parte de las fuerzas israelíes de "gases lacrimógenos, granadas de aturdimiento y balas de acero recubiertas de goma, incluso en el interior de la mezquita de Al Aqsa" contra los manifestantes, de los cuales 1.000 resultaron heridos entre el 7 y el 10 de mayo, la mayoría tras ser alcanzados por balas de acero recubiertas de goma.
Shakir pidió a la comunidad internacional que actuara contra los abusos de Israel: "Aunque la crisis inmediata amaine, el círculo vicioso continuará mientras la impunidad por los graves abusos siga siendo la norma y la comunidad internacional no tome el tipo de medidas para garantizar la rendición de cuentas que una situación de esta gravedad justifica".
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