La represión de Arabia Saudí contra los disidentes, los activistas de derechos humanos y los críticos independientes sigue en plena vigencia a pesar de la liberación de algunos destacados activistas a principios de este año, afirmó ayer Human Rights Watch (HRW). La condena de tres hombres en marzo y abril a largas penas de prisión por cargos relacionados con su disidencia pacífica subraya la continua campaña represiva de las autoridades, argumentó el grupo de derechos con sede en Estados Unidos.
Entre los condenados en los últimos meses se encuentra Abdulrahman Al-Sadhan, antiguo empleado de la Media Luna Roja saudí. El cooperante fue condenado a 20 años de prisión, seguidos de una prohibición de viajar de 20 años, por cargos relacionados con su expresión pacífica de la disidencia en el Reino. Los tribunales saudíes también condenaron al activista de derechos humanos Mohammed Al-Rabiah a seis años de prisión por una serie de cargos vagos y burdos relacionados con su activismo.
"La liberación por parte de Arabia Saudí de varios destacados activistas no supone una suavización de la represión cuando el tribunal de terrorismo del país está dictando sentencias de 20 años por críticas pacíficas", ha declarado Michael Page, director adjunto para Oriente Medio de HRW. "Puede que las autoridades saudíes hayan dejado salir a algunas personas para disminuir la presión internacional, pero su actitud hacia los disidentes sigue siendo la misma".
The Washington Post informó de que la hermana de Al-Sadhan ha dicho que las autoridades han abusado de él durante su detención, utilizando descargas eléctricas, palizas y abusos verbales. También ha dicho que le obligaron a firmar documentos utilizados como prueba en su juicio sin tener la oportunidad de leerlos.
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HRW expresó su preocupación por las acusaciones engañosas que se utilizan para encarcelar a activistas pacíficos. Los cargos incluían vagas acusaciones que no se asemejan a los delitos reales, como "firmar [una declaración] que busca sacudir el tejido social y debilitar la cohesión nacional y social"; "comunicarse y reunirse con otro para perjudicar la seguridad y la estabilidad de la nación..."; no informar sobre "partidarios y simpatizantes" de los Hermanos Musulmanes; "ser autor y publicar un libro que contiene corrientes sospechosas"; y violar la abusiva ley de ciberdelincuencia del país.
Las fuentes dijeron a HRW que las autoridades penitenciarias de Arabia Saudí utilizan descargas eléctricas, ahogamientos y palizas para torturar a los presos. Se dice que han mantenido a un preso en espacios reducidos sin dormir ni descansar durante días, lo han colgado boca abajo y lo han privado a menudo de las comidas durante su primer año de detención.
El cambio de la administración estadounidense en enero coincidió con la liberación de varios activistas saudíes de alto nivel, entre ellos, Loujain al-Hathloul. La liberación de la defensora de los derechos de la mujer se consideró un indicio de que el reino estaba a punto de cambiar de rumbo. Sin embargo, HRW ha descartado tales ilusiones. "Arabia Saudí no puede rehabilitar su imagen internacional mientras acose, detenga y torture a sus críticos hasta someterlos o los haga huir al extranjero", insistió Page.