El mes pasado, Abdul Hamid Dbeibeh visitó Bani Walid, al suroeste de Trípoli. Recorrió la ciudad montañosa, visitó algunas instituciones gubernamentales y se reunió con funcionarios locales y líderes de la sociedad civil. La visita fue la primera de este tipo realizada por un primer ministro, y supuso un nuevo acercamiento del gobierno a Bani Walid, considerada durante mucho tiempo como el centro de apoyo al antiguo régimen del difunto Muammar Gaddafi; envió un mensaje de reconciliación a todo el país dividido.
Hogar de la mayor tribu de Libia, los Warfalla, Bani Walid fue la última ciudad en caer en manos de los rebeldes respaldados por la OTAN en octubre de 2011. Su caída puso literalmente fin al gobierno de Gadafi en lo que se conoció como la "revolución libia". Desde entonces, la ciudad ha estado fuera de los límites de las nuevas autoridades del país, ya que se convirtió en un punto de encuentro y refugio para los antiguos partidarios del régimen.
Pagó un alto precio cuando, en 2011, fue invadida por una coalición de milicias que pretendía expulsar a los partidarios de Gadafi y poner la ciudad bajo el control de Trípoli. Sin embargo, la invasión no logró romper la sólida posición de la ciudad a favor de Gadafi. En cambio, Bani Walid se ha ganado el apoyo y la simpatía de la opinión pública de todos los rincones de Libia; sus miembros de la tribu y sus líderes sociales se han convertido en la principal voz de la reconciliación en el país.
El proceso de reconciliación ha sido lanzado oficialmente por el Consejo de la Presidencia y es probable que Bani Walid vuelva a desempeñar un papel de liderazgo en la unión de los libios en la preparación de las elecciones previstas para el 24 de diciembre. En este contexto, los medios de comunicación afirman que Saif Al-Islam Gadafi, hijo del difunto líder, está considerando presentarse a las elecciones presidenciales de este año.
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Sin embargo, su representante, que vive en el autoexilio en el extranjero, me dijo que Gadafi no ha hablado con ningún medio de comunicación recientemente y que los informes de los medios son simplemente especulaciones. Hablando bajo condición de anonimato, el ex profesor universitario de 58 años confirmó que Gadafi está "sano y salvo dentro de Libia y está en contacto indirecto con el pueblo libio, recibiendo regularmente visitas". Sin embargo, su paradero "no puede ser revelado" por razones obvias de seguridad.
Gadafi hijo se refugió en Bani Walid cuando huyó de Trípoli tras su toma por los rebeldes en agosto de 2011, en los últimos días de la guerra. En la ciudad donde goza de respeto y apoyo, se le ofreció refugio y protección. Si, efectivamente, decide presentarse a la presidencia en diciembre, será sin duda un candidato serio.
Fue capturado el 19 de noviembre de 2011 cuando intentaba abandonar Libia, poco después de salir de Bani Walid. En julio de 2015, Gadafi y ocho ex funcionarios del gobierno de su padre fueron juzgados y condenados a muerte por un tribunal de Trípoli. Sus captores, la milicia Zintan, al oeste de Trípoli, preocupados por su seguridad, se negaron a entregarlo al tribunal, por lo que su juicio se celebró por videoconferencia.
Desde entonces, el parlamento electo de Libia ha aprobado la ley número 6/2015 que ordena una amnistía general bajo ciertas condiciones a todos los delitos cometidos entre 2011 y 2015. El representante de Saif Al-Islam Gadafi confirma que la ley de amnistía general se aplica a él "ya que el Tribunal Supremo la reconoce [la ley]". Esto explica que haya salido de la cárcel el 11 de junio de 2017. Sin embargo, también es buscado por la Corte Penal Internacional de La Haya.
No obstante, su representante considera que todos los asuntos legales a los que se enfrenta Gadafi han quedado atrás, incluido el de la CPI. Esto le da el "derecho a presentarse a las elecciones". Que esto sea definitivo o no es otra cuestión.
Al preguntarle si Saif Al-Islam Gaddafi está dispuesto a presentarse a las elecciones de diciembre, su representante dijo que es él quien debe decidirlo. "Tomará su decisión a su debido tiempo... dependiendo de las circunstancias dentro de Libia".
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Desde 2011, Libia ha atravesado una serie de guerras y el colapso casi total de los servicios gubernamentales. Estos fracasos han servido para reavivar la creencia de que los antiguos partidarios del régimen deben tener la oportunidad de gestionar el país. El Estado se ha visto privado de burócratas experimentados que sepan dirigir el país como lo hicieron, durante décadas, con Muamar Gadafi.
En 2013, el Parlamento, bajo la presión de las milicias armadas, se vio obligado a aprobar la Ley de Aislamiento Político. Esa tristemente célebre norma, condenada por grupos internacionales de derechos, privó al país de miles de funcionarios experimentados. Por suerte para Libia, la ley fue anulada por el nuevo parlamento en 2015. Esto abrió el camino para que los antiguos partidarios del régimen volvieran al país y participaran de nuevo en el proceso político. Un puñado de antiguos funcionarios de Gadafi ocupan ahora abiertamente puestos clave en el gobierno.
Los partidarios de Gadafi también participaron en el Foro de Diálogo Político dirigido por la ONU que dio lugar al actual gobierno de Unidad Nacional el pasado mes de febrero. Incluso el equipo político de Saif Al-Islam Gadafi participó en el diálogo que acabó nombrando al primer ministro Dbeibeh y eligiendo un nuevo Consejo Presidencial. Este hecho abre la puerta a que los antiguos partidarios del régimen busquen representación política.
¿Podría Gadafi hijo, a pesar de todo lo ocurrido, dar un paso adelante para "salvar el país", como dice su representante? Muchos libios siguen albergando cierta nostalgia por los días de Gadafi padre, sobre todo en lo que respecta a la seguridad y la estabilidad, pero será difícil traducir esos sentimientos en votos.
Los observadores creen que el pueblo libio ya ha probado la nueva realidad política de su país, que le ha costado mucho. Otros creen que el pueblo aún no está preparado para recibir a otro Gadafi, aunque se diga que Saif Al-Islam no es su padre. Lo único cierto en todo esto es que el difunto Muamar Gadafi sigue siendo popular en Libia, a pesar de haber sido asesinado hace una década. ¿Podrá su hijo aprovechar esa popularidad? Esa es la pregunta que esperamos que se responda.
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