Egipto recurrió al Consejo de Seguridad de la ONU para resolver el problema de la presa del Renacimiento después de haber agotado todos sus esfuerzos en negociaciones inútiles que no sirvieron de nada. Como dijo el Dr. Mohamed Nasr Eldin Allam, ex ministro de Riego: "Egipto no se opuso a la presa del Renacimiento. Egipto aprobó, firmó y selló la Declaración de Principios en marzo de 2015, y no se opuso al volumen de almacenamiento y tampoco se opuso a que el almacenamiento fuera de agua egipcia."
Cuando se firmó el acuerdo de la Declaración de Principios sobre el río Nilo entre Egipto, Sudán y Etiopía en 2015, los medios de comunicación egipcios lo vitorearon y los titulares que salieron tranquilizaron a los egipcios sin saber nada de ese acuerdo. Nadie, ni siquiera el primer ministro, el ministro de Asuntos Exteriores, el ministro de Riego, el Parlamento, los medios de comunicación o cualquier persona con conocimientos sobre el agua y la agricultura en Egipto conocía los detalles o las cláusulas del acuerdo. Así fue hasta que Etiopía anunció al mundo que la Declaración de Principios, que Egipto aceptó, establece explícitamente que el río Nilo es un río etíope que nace en su tierra y pasa por las fronteras de otros países, y no es un río internacional cuyas aguas son compartidas por varios países.
Esto significa básicamente que Etiopía tiene derecho a actuar en relación con su propio río nacional, que nace de su tierra, y a construir las presas y proyectos que necesite. También significa que los países situados aguas abajo deben negociar con Etiopía para obtener su parte de agua del río.LEER: Arabia Saudí apoya a Egipto y Sudán en el conflicto de la presa de Etiopía
Así, este principio abolió los antiguos acuerdos sobre el río Nilo, que especifican cuotas específicas y fijas de las aguas del Nilo que llegan a Sudán y Egipto. Etiopía describió estos acuerdos como acuerdos coloniales anticuados e injustos que son imposibles de aplicar ahora.
Así, el derecho histórico de Egipto a las aguas del Nilo se perdió por culpa de ese ominoso acuerdo firmado por los tres presidentes. Cabe mencionar que el padrino de este acuerdo es el agente del Mossad Mohamed Dahlan, que medió en el acuerdo.
Una de las peores cláusulas del acuerdo es la tercera, que reconoce la posibilidad de que la presa cause daños. Según el pacto, lo único que se exige a Etiopía es que trabaje para reducir los daños, como dice la cláusula: "Cuando, a pesar de todo, se cause un daño significativo a uno de los países, el Estado cuyo uso cause dicho daño deberá, en ausencia de un acuerdo sobre dicho uso, tomar todas las medidas apropiadas en consulta con el Estado afectado para eliminar o mitigar dicho daño y, en su caso, discutir la cuestión de la compensación".
Así pues, Abdel Fattah Al-Sisi sabía que se producirían daños y, a pesar de ello, firmó un acuerdo que otorga a Etiopía el derecho a dañar los recursos hídricos de Egipto. No garantizó una cláusula en el acuerdo que preserva el derecho de Egipto a las aguas del Nilo y estipula su derecho a utilizar todos los medios necesarios para preservar su seguridad hídrica.
Debemos darnos cuenta de que las demandas de Egipto a la comunidad internacional para preservar los derechos de Egipto a las aguas del Nilo son inútiles y no sirven para nada después de que el propio Egipto renunciara a esos derechos cuando firmó la Declaración de Principios con Etiopía y Sudán en 2015.
OPINIÓN: Las antigüedades de Egipto son un instrumento en la crisis de la presa de Etiopía
La mayoría de los países del mundo tienen enormes inversiones en Etiopía, como Estados Unidos, Rusia, China, Francia, Italia, Arabia Saudí, los Emiratos Árabes Unidos, Qatar e Israel. Tienen proyectos gigantescos en los campos de la agricultura, la industria, la generación de electricidad y la transmisión de energía. Algunas de estas inversiones fueron en la construcción de la propia presa, por lo que es natural que estos países apoyen la construcción de la presa del Renacimiento y traten de terminarla y beneficiarse de ella. Es lógico que nunca estén de acuerdo con cualquier acción que se emprenda contra Etiopía o con cualquier guerra que amenace la presa y ponga en peligro la ya inestable situación y, por tanto, las enormes inversiones y proyectos. Vimos y oímos al representante de Rusia en la ONU en la sesión del Consejo de Seguridad del pasado jueves amenazar a Egipto si recurría al uso de la fuerza contra Etiopía.
Recurrir al Consejo de Seguridad no era más que otra pérdida de tiempo y el gobierno egipcio lo sabe. ¿Desde cuándo el Consejo de Seguridad apoya sólo las causas árabes? La causa palestina es el mejor ejemplo y prueba de la parcialidad de los cinco miembros permanentes que crearon las Naciones Unidas sólo para servir a sus intereses en el mundo.
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