Las cámaras trampa utilizadas para vigilar la vida silvestre en Turquía también se utilizan para capturar cazadores furtivos ilegales, según un informe publicado ayer por el Daily Sabah.
La Dirección General de Protección de la Naturaleza y Parques Nacionales (DKMP), que coordina la instalación de cámaras trampa, opera actualmente 3.150 cámaras trampa en todo el país. Utilizadas principalmente para la investigación, las cámaras trampa permiten un nivel mínimo de intervención humana al tiempo que permiten una mejor observación del comportamiento de la fauna. También proporcionan datos valiosos para los investigadores, especialmente para crear censos de fauna, en zonas remotas e inaccesibles donde el trabajo de campo es difícil, según el informe.
Sin embargo, la caza ilegal es frecuente en el país a pesar de estar sujeta a multas. El año pasado, unas 8.200 personas fueron multadas por un total de unos 2,6 millones de dólares y 140 fueron acusadas de estar implicadas en la caza ilegal, todas ellas identificadas gracias a las cámaras trampa.
El gobierno turco vende ocasionalmente licencias para cazar determinados animales con el argumento de que la caza ayuda a eliminar especies superpobladas y a preservar la sostenibilidad de la fauna. Los activistas no están de acuerdo y creen que la caza es perjudicial para la conservación de la fauna. El ibex y el jabalí de Anatolia son dos de las principales especies buscadas por los cazadores de trofeos. Los jabalíes de Turquía son bastante más grandes que los de Europa, mientras que la especie autóctona de ibex posee los cuernos más largos en relación con el peso corporal.
En marzo, el DKMP anunció el aumento de las multas por la caza ilegal de animales para la temporada de caza 2021-2022. Según el anuncio, la multa más alta será de 267.000 TL (31.210 dólares) por cazar una oveja de montaña, mientras que la multa más baja será de 549 dólares por matar una cigüeña o un cisne.
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