Más de 600 personas, entre clérigos, diputados, personalidades políticas y oficiales del ejército, han asistido a la ceremonia de investidura de Bashar Al-Assad en el palacio presidencial de Damasco. Ahora cumple un cuarto mandato de 7 años tras vencer a dos candidatos poco conocidos en las elecciones presidenciales de mayo con el 95,1% de los votos emitidos en las zonas controladas por el gobierno.
"Las elecciones han demostrado la fuerza de la legitimidad popular que el pueblo ha conferido al Estado", dijo Assad durante su discurso de investidura. "Ha desacreditado las declaraciones de los funcionarios occidentales sobre la legitimidad del Estado, la Constitución y la patria".
Los grupos de la oposición siria calificaron las elecciones presidenciales de "ilegítimas y una farsa" y calificaron la toma de posesión de "farsa absurda". Los observadores regionales e internacionales subrayaron que el resultado de las elecciones no era legítimo y no representaba al pueblo sirio. Señalaron que el nuevo mandato de Assad comienza con la continua matanza de sirios y una crisis económica insostenible. Las agencias de noticias han informado de que el régimen de Assad bombardeó el pueblo de Serjeh, en el noroeste de Siria, matando a tres niños y a sus madres, e hiriendo a muchos otros.
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Además, Assad juró su cargo como presidente mientras más de la mitad de la población siria es desplazada interna o tiene estatus de refugiada. Se calcula que la población siria de antes de la guerra era de 22 millones de personas, de las cuales 6,7 millones son ahora desplazados internos y viven en campamentos muy pobres. Otros 5,6 millones son refugiados en los países vecinos, Estados Unidos y Europa.
Decenas de miles de sirios están desaparecidos y las infraestructuras del país están devastadas. Un grupo de seguimiento ha calculado que 387.118 ciudadanos sirios fueron asesinados por el régimen de Assad entre marzo de 2011 y diciembre del año pasado. Otros 205.300 están desaparecidos, presuntamente muertos. Esto, recordemos, a manos del régimen dirigido por el hombre que "ganó el 95,1%" de los votos emitidos en las farsas electorales.
Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, se cree que casi 90.000 civiles han sido torturados hasta la muerte en las cárceles de Assad. Es más, nunca sabremos cuántos de los 2,1 millones de civiles que han resultado heridos morirán a causa de sus heridas o verán sus vidas cambiadas para siempre como resultado de lo que el régimen les ha hecho.
El discurso de investidura de Assad no mencionó el apoyo que ha recibido de potencias extranjeras desde que reprimió con brutal violencia a los manifestantes pacíficos en 2011. Entre esos apoyos destacan Irán y Rusia, así como mercenarios chiíes de Afganistán, Pakistán, Irak, Yemen y otros países, junto con el Hezbolá libanés.
"Assad se levanta como un predicador durante su 'nombramiento'", dijo el veterano analista político Yaser Al-Zaatra, "pero en el fondo de esta escena tragicómica hay un país devastado con un pueblo asolado por la hambruna, y millones de sirios condenados a sus prisiones, al exilio y a la tumba. Los medios de comunicación controlados por Putin y Jamenei se han limitado a coquetear con el discurso de Assad y sus implicaciones". Se preguntó por qué los partidarios del régimen no se sienten avergonzados por el discurso de su héroe, poniéndose en pie y aplaudiendo casi a cada palabra. "Cuando la conciencia colectiva está dañada y los corazones están oxidados, la gente está perdida".Irán y Rusia no son los únicos dentro de la comunidad internacional que protegen al presidente que ha matado o desplazado a más de la mitad de su pueblo; Arabia Saudí, Egipto, Estados Unidos y Occidente pidieron en un principio que dimitiera, pero luego buscaron la reconciliación cuando se dieron cuenta de que la única alternativa viable serían los Hermanos Musulmanes o el caos total.
A la luz de esta realidad, el propio pueblo de Siria comprende que no tiene más opción que vivir como esclavos bajo un régimen brutal mientras el mundo se queda mirando. La libertad será un sueño lejano mientras haya gente en Moscú, Teherán, Washington y Riad dispuesta a conceder un barniz de legitimidad a un presidente que mata, mutila o desplaza a la mayoría de los ciudadanos de su país.
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