Cientos de manifestantes tunecinos exigieron ayer la dimisión del gobierno tras el fuerte aumento de los casos de COVID-19, acusando tanto al gobierno como a la oposición de corrupción y de no satisfacer las demandas del pueblo.
Los manifestantes intentaron asaltar las oficinas de Ennahda, el mayor partido del parlamento, en Monastir, Sfax, El Kef y Susa, mientras que en Tozeur incendiaron la sede del partido.
En la capital, Túnez, la policía utilizó gas pimienta contra los manifestantes, que lanzaron piedras y gritaron consignas exigiendo la dimisión del primer ministro Hichem Mechichi y la disolución del parlamento.
El pueblo acusó a la oposición de ponerse del lado de sus propios intereses en lugar de las demandas del pueblo.
Las autoridades de seguridad cerraron la capital, impidiendo la entrada a los coches procedentes de otras ciudades y bloqueando las carreteras que llevan al parlamento y a la calle Habib Bourguiba, en el centro de la capital.
Desde enero, Túnez vive en medio de una crisis política entre el presidente Kais Saied y Mechichi por una remodelación del gabinete a la que se opone Saied.
El país también sufre una crisis económica paralizante agravada por las repercusiones de la pandemia de COVID-19. El número de casos de COVID-19 se ha disparado recientemente en medio de advertencias de un inminente colapso del sistema sanitario.
Saied destituyó ayer a Mechichi y al Parlamento, asumiendo la autoridad ejecutiva del gobierno. Mientras que el ejército impidió esta mañana que el presidente del Parlamento y jefe de Ennahda, Rached Ghannouchi, entrara en el Parlamento.
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