En medio de una gran controversia suscitada por la decisión de permitir a Israel el "estatus de observador" en la Unión Africana, es crucial señalar que el régimen colonial sionista de colonos no ha detenido su violento despojo de los derechos de los palestinos, al tiempo que sigue impulsando implacablemente los asentamientos ilegales en los Territorios Palestinos Ocupados. Por bizarro que parezca, la extraña realidad es que la medida no autorizada del presidente de la Comisión de la UA, Moussa Faki Mahamat, ha provocado que los líderes de todo el continente africano se enfrenten a las consecuencias divisorias de una decisión precipitada, imprudente y problemática. Es pertinente preguntarse si la UA ha declarado la guerra a sus propios Estados miembros como consecuencia de ello.
Si no se revierte, la decisión unilateral de Faki permitirá a Israel influir negativamente en la solidaridad histórica del continente con Palestina. Que el plan de Israel ha sido anular la lucha por la libertad de Palestina es un hecho establecido desde hace tiempo. Tontamente, Faki se ha convertido en el último tonto que, por razones desconocidas, ha sido víctima de esto. Cuando saltó la noticia de que Israel celebraba su admisión en la UA, es revelador que el sitio web del sindicato guardara un llamativo silencio. Sólo unos días después Faki lo confirmó, dando lugar a especulaciones sobre un acuerdo secreto y por la puerta de atrás.
La consiguiente indignación de los Estados miembros, desde Argelia hasta Botsuana, que exigen respuestas -e insinúan que el proceso de admisión fue defectuoso- ha aumentado. Lesoto se ha sumado a la petición de anular el estatus de observador de Israel y ha tachado la decisión de Faki de unilateral.
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En su propia y dura crítica, el gobierno sudafricano dijo estar consternado por la medida "injusta e injustificada" que, según afirma, se ha tomado "unilateralmente sin consultar a sus miembros".
También desvinculándose de la decisión, el gobierno de Botsuana sostiene que la continua ocupación de Palestina viola la letra y el espíritu del Acta Constitutiva de la Unión Africana, así como su obligación de respetar y aplicar las resoluciones de la ONU. Namibia también ha expresado su decepción y se ha opuesto al estatus de observador de Israel.
Argelia está recabando el apoyo de otros países africanos para establecer un baluarte de oposición a la medida de Faki, con el fin de anularla. Según los medios de comunicación argelinos, el ministro de Asuntos Exteriores del país, Ramtane Lamamra, ha declarado que "no se quedará de brazos cruzados ante este paso dado por Israel y la Unión Africana sin consultar a los Estados miembros".
Aunque las señales contradictorias de Egipto han empañado su posible postura, hasta la fecha no se ha hecho ningún anuncio oficial. El hecho de que el régimen de Abdel Fattah Al-Sisi se oponga a la admisión de Israel o se alinee con la iniciativa de Argelia dependerá, con toda probabilidad, del grado de presión que ejerza la administración Biden en Washington en favor del Estado de ocupación colonial. En otras palabras, la dependencia de Egipto con respecto a Estados Unidos dictará, con toda probabilidad, que siga la decisión unilateral de Faki.
En un momento en que la opinión popular de El Cairo se refleja en los estudios realizados por varias universidades y grupos de reflexión que señalan la preocupación por la agenda de Israel en África, es poco probable que Egipto desafíe a la entidad sionista. Sin embargo, si las fuentes de los medios de comunicación libios están en lo cierto, las embajadas de Comoras, Túnez, Yibuti, Mauritania, Libia, Argelia y Egipto han remitido a Faki una declaración conjunta de fuerte contenido, rechazando su decisión. En la declaración conjunta se afirma que la decisión unilateral constituye una violación política y de procedimiento inaceptable de las políticas y procesos de la UA. Sea cual sea el juego al que esté jugando Egipto, si es que es uno de los firmantes mientras mantiene un silencio oficial, es evidente que más países han anunciado su rechazo a la decisión de la Comisión de la UA.
Al final, Faki ha emitido un comunicado tardío en el que ofrece una excusa poco convincente para su decisión. Dijo que se había tomado sobre la base del reconocimiento de Israel y el restablecimiento de las relaciones diplomáticas por parte de la mayoría de los Estados miembros de la UA. En un esfuerzo por justificar su equivocada acción, Faki afirmó que "entra en su plena esfera de competencia, sin estar vinculado a ningún procedimiento preliminar". Su declaración desafía las objeciones planteadas por los Estados miembros, que argumentan que se ha extralimitado en el ejercicio de su autoridad.
A menos que Faki tenga que rendir cuentas y sea disciplinado por haber envuelto a la UA en una controversia inaceptablemente desordenada que refleja los rasgos de un dictador, Israel está dispuesto a explotar una unión dividida.
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Mientras la controversia hace estragos, es importante recordar a los Estados miembros de la UA su responsabilidad de adherirse a diversas convenciones internacionales que Israel ha violado. Como perpetrador en serie, la entidad sionista no sólo es culpable del crimen del apartheid, sino que también está acusada de crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad y genocidio gradual.
El derecho internacional humanitario de la ocupación contiene la prohibición de deportar o trasladar a parte de la población civil de la potencia ocupante al territorio ocupado. Estos traslados ilegales llevados a cabo por Israel son continuos y tienen por objeto alterar la composición de la población de los Territorios Palestinos Ocupados. Constituyen una grave violación del Protocolo Adicional I, además de estar catalogados como crimen de guerra en el Estatuto de la Corte Penal Internacional.
El caso contra el estatus de observador de Israel es inequívoco y fuerte. Exige que se anule la decisión de Faki.
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