El presidente de Túnez, Kais Saied, declaró el lunes que rechaza el diálogo y se comprometió a no dar marcha atrás en la crisis política que atraviesa su país, ha informado Arabi21.
"La hoja de ruta es la que ha trazado el pueblo tunecino, y no daré marcha atrás", insistió. "Quien imagine o se haga creer que voy a dar marcha atrás se engaña. Que se vayan con su hoja de ruta alternativa y el diálogo que creen que pueden mantener".
Los observadores afirman que el rechazo del presidente a cualquier diálogo sólo puede complicar la situación. También es una prueba, dicen, de que el jefe de Estado ha entrado en la senda del totalitarismo.
"Hay un único actor en la arena, al contrario de lo que los tunecinos han estado acostumbrados en los últimos diez años", dijo el investigador y activista político Abdel Hamid Jelassi. "La política se ha vuelto más popular que el fútbol y ha florecido el mercado de actores, analistas, expertos y "amantes de los chismes" que se sientan frente a sus ordenadores y se burlan de todo".
Señaló que Túnez tiene hoy un presidente y un edificio gubernamental cerrado frente al cual hay tanques. "Un país en estado de sitio no declarado y un parlamento cerrado no ha ocurrido en Túnez desde hace siglos. Lo curioso es que incluso el Palacio de Cartago también está cerrado".
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Según Jelassi, Saied no escucha a nadie y no dice lo que quiere, aunque todo el mundo sabe que busca convertir el "golpe contra la Constitución" en un golpe de Estado en toda regla, controlando todo el Estado y quizás intentando reestructurarlo.
"Los partidos políticos y la sociedad civil están a la expectativa, tal vez por un reposicionamiento oportunista, y hay una vuelta a sus características básicas. Los nacionalistas, como siempre, no han hecho ningún cambio desde los años 50: el líder salvador, el ejército y la conspiración. Son inteligentes y tratan de posicionarse detrás del presidente, pero Saied es más inteligente que ellos. No entienden que no necesita a nadie y que los eliminará por completo".
El Movimiento Democrático Nacional, el ala izquierda de la autoridad y la administración, apuesta, como siempre, por rodear al presidente y utilizarlo, añadió el investigador. "Sólo cumplirá la función de dragaminas. En cuanto al Partido Republicano y al Partido del Trabajo, recuperaron sus características fundacionales en el enfrentamiento inicial de toda desviación tiránica."
El movimiento Ennahda, señaló Jelassi, no parece haber entendido muy bien las lecciones del 25 de julio. "Sigue presentando el mismo abanico de políticos, contra los que el pueblo se sublevó, y siguen entregando evaluaciones a medias, mientras otros partidos sufren sus luchas [internas]. Se dan cuenta del peligro que representa Saied, pero se imaginan que pueden beneficiarse excluyendo a Ennahda".
Concluyó diciendo que la escena política en Túnez puede moverse un poco después de que se haya confirmado que el proyecto del presidente es un golpe de Estado, dada la alteración del Parlamento y de la Constitución.