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Tras Afganistán, los aliados de EE.UU. deben sentirse abandonados

Miembros talibanes patrullan las calles de la capital afgana, Kabul, el 1 de septiembre de 2021. [Haroon Sabawoon - Agencia Anadolu]

¿Algún aliado de Estados Unidos sigue confiando en su compromiso con ellos? Después de la retirada de Afganistán, deben sentir una sensación de abandono por parte de Estados Unidos.

Los críticos señalan que lo ocurrido en Afganistán fue decidido por Washington sin siquiera consultar a sus aliados. El anterior gobierno afgano del presidente Ashraf Ghani lo vivió en primera persona cuando el entonces presidente estadounidense Donald Trump negoció con los talibanes el año pasado sin contar con él.

Según el ex primer ministro británico Tony Blair, que se sumó a la invasión de Afganistán por parte de Estados Unidos en 2001, la retirada estadounidense fue "peligrosa, innecesaria, no beneficia a sus intereses ni a los nuestros". Lo describió como un "abandono". También cuestionó el acierto de Occidente al abandonar por completo Afganistán, y calificó lo sucedido como un "desfile" de la humillación de Occidente.

Muchos de los aliados de Estados Unidos en todo el mundo deben estar preguntándose si pueden seguir confiando en Estados Unidos. En caso de no ser así, ¿deberían buscar acuerdos de seguridad alternativos, dada la aparente inestabilidad de la política exterior estadounidense a largo plazo?

Países como Corea del Sur y Taiwán, por ejemplo, han dependido casi por completo del compromiso de Estados Unidos con su defensa. Ambos se enfrentan a amenazas y han sido, durante décadas, los aliados más fieles de Estados Unidos. Ahora, el fiasco político y militar en Afganistán plantea serias dudas sobre la política exterior estadounidense y su posición como socio fiable.

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La política exterior de Trump se construyó sobre el lema de "América primero" sin tener en cuenta los deseos de sus aliados. Básicamente abandonó al gobierno de Ghani en Kabul mientras chantajeaba públicamente a los Estados del Golfo, en particular a Arabia Saudí. En 2018. Trump le dijo al rey saudí Salman que no duraría sin el apoyo de Estados Unidos, por lo que debe pagar por la protección. Los miembros de la OTAN se revolvieron cuando criticó a algunos de ellos por no pagar su parte a la alianza.

Sin embargo, el ejemplo más sorprendente del abandono de Estados Unidos a sus aliados se manifestó en su acuerdo con los talibanes, firmado en Qatar en febrero del año pasado. El acuerdo enviaba un mensaje simple de que Estados Unidos está dispuesto a abandonar a sus aliados siempre que lo desee mientras sirva a sus intereses inmediatos para hacerlo.

La administración Trump no sólo se rindió ante los talibanes, sino que tampoco protegió los intereses de su aliado, el gobierno de Ghani. A Ghani se le negó un asiento en la mesa de negociación y se le obligó a aceptar lo que Estados Unidos acordó con los talibanes. Entre otras cosas, esto incluía la liberación de cinco mil combatientes talibanes de las cárceles del gobierno. A cambio, el gobierno no obtuvo nada, salvo la promesa de los talibanes de entablar conversaciones directas.

Dichas conversaciones tuvieron lugar en Qatar, pero no llegaron a ninguna parte, sencillamente porque los talibanes no tenían ningún incentivo para comprometerse con un gobierno que el movimiento consideraba una marioneta estadounidense que tenía los días contados. Estados Unidos ya había dado a los talibanes una fecha para la retirada de las tropas extranjeras de Afganistán, por lo que no había nada que hablar con Kabul.

Cuando Joe Biden entró en la Casa Blanca en enero, revirtió varias políticas de Trump, tanto nacionales como internacionales. Sin embargo, cuando se trataba de Afganistán, se quejaba de que su predecesor le había atado las manos. Sin embargo, durante la cumbre de la OTAN en junio, Biden intentó tranquilizar a los aliados de Estados Unidos y restaurar la credibilidad de este país en la escena mundial anunciando que "Estados Unidos ha vuelto".

Dos meses más tarde, inició la evacuación de las tropas estadounidenses a pesar de las objeciones de varios aliados, incluido Reino Unido. El Secretario de Defensa británico, Ben Wallace, describió la decisión de retirarse como un "error" que dio "impulso" a los talibanes, lo que aceleró la caída de la propia Kabul.

El gobierno afgano sabía de antemano lo que se avecinaba. Sin embargo, había una sensación de abandono en Kabul mucho antes de que los combatientes talibanes aparecieran en las calles de la capital.

Biden ha defendido su decisión y ha aceptado la plena responsabilidad de sus consecuencias. Eso no ha tranquilizado a nadie, ni ha mejorado la posición de Estados Unidos en cuanto a los compromisos estratégicos a largo plazo.

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Si Trump defendió una política de "América primero" con todos sus defectos internacionales, la política exterior de Biden podría resumirse como "América sola". En momentos críticos, Estados Unidos va a dejar de lado a sus aliados.

Esos mismos aliados, incluso dentro de la OTAN, se quejan de que no fueron consultados por Biden sobre la fecha exacta de retirada de las tropas estadounidenses en Afganistán. La naturaleza nocturna de la salida de las tropas, y el caos resultante, sirvió para enfatizar que puede ser Afganistán hoy, pero ¿a quién va a dejar Estados Unidos en la estacada mañana? Miles de colaboradores e "intérpretes" afganos fueron abandonados a su suerte después de que otros miles fueran sacados del país por vía aérea.

Los aliados de Estados Unidos tardarán algún tiempo en asimilar lo ocurrido en Afganistán. Sin embargo, sus enemigos ya están celebrando lo que consideran una gran derrota y un fracaso estratégico de Estados Unidos. Se están alineando para sacar provecho.

China y Rusia, por ejemplo, se abstuvieron en la votación de la Resolución 2593 del Consejo de Seguridad de la ONU, adoptada el 30 de agosto, pero sólo para apaciguar a los talibanes, no para apoyar a Estados Unidos. Ninguno de los dos utilizó su veto para bloquear la resolución, ya que fue suavizada antes de la votación. Rusia, en particular, presionó entre bastidores para que se eliminara una versión de la resolución patrocinada por Francia porque, entre otras cosas, quería crear una zona segura en Kabul para permitir que más personas abandonaran el país, algo que no gustaba a los talibanes. El representante de China en el Consejo, por su parte, llegó a pedir que se investigara la guerra de Estados Unidos en Afganistán.

En los próximos días y meses, la desilusión de los aliados de EE.UU. no hará más que aumentar al ver que Washington ya está buscando formas de tratar con los talibanes, a pesar de haber luchado contra ellos durante dos décadas.

Las opiniones expresadas en este artículo pertenecen al autor y no reflejan necesariamente la política editorial de Monitor de Oriente.

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