Parece que los nubarrones de la crisis afgana van a llover en Yemen y traerán consigo más desastres que los que han provocado con el gobierno de Ashraf Ghani. No se trata de una especulación, ya que desde los años ochenta los acontecimientos que ocurren en Afganistán han afectado directamente a Yemen, empezando por la exportación de los yihadistas salafistas que se conocían como los "árabes afganos" y llegando al grupo hutí, que actúa como si fuera el ala yemení del movimiento talibán, con una ligera diferencia en la literatura. Hace más de tres décadas, Yemen pagó el precio del regreso de los yihadistas que abrazó. Los rasgos del país empezaron a evaporarse por la paulatina afganización de la sociedad, al tiempo que se extendían los burkas negros para cubrir el rostro de las mujeres y se ampliaba el alcance de la violencia, bajo diversas banderas afiliadas a las facciones del llamado Ejército Islámico de Adén-Abyán o de la organización Al-Qaeda.
En la era moderna y teniendo en cuenta el salto científico en los medios de educación, el grupo hutí no necesitó formarse en Afganistán para trasladar la experiencia talibán a Yemen. Los hutíes empezaron a simular poco a poco lo que ocurre allí, pidiendo el vilipendio de los hombres que llevan pantalones, la necesidad de volver a la vestimenta tradicional, incluso en los círculos oficiales, la prohibición de cantar y mezclarse libremente en las universidades, la limitación del trabajo de las mujeres y la difuminación de los rasgos femeninos en los carteles. Todo ello fue como un "anticipo" de la afganización de Yemen. Es seguro que los hutíes importarán más experiencias del caos de Afganistán y comenzarán a aplicarlas en Yemen.
La semana pasada, el líder de los hutíes, Abdul-Malik Al-Houthi, pronunció un discurso desesperado, en el que quedó patente su envidia por los logros de los talibanes en materia de seguridad, ya que siempre ha soñado con derrotar a Estados Unidos. Por lo tanto, no tuvo más remedio que llamar a una nueva batalla imaginaria para liberar a todo Yemen de las bases británicas e israelíes. ¿Cómo va a cumplir las promesas que hizo a sus combatientes, de que está librando una batalla para derrotar a Estados Unidos, Gran Bretaña, Blackwater y los yanyauid sin inventar esas batallas?
El regreso de los talibanes: Los cálculos de China
La gravedad de la reciente crisis afgana radica en su reflejo directo en la crisis humanitaria de Yemen, ya que ahora, la atención del mundo se dirige a Afganistán. En Afganistán, el sistema político y las instituciones del Estado se han derrumbado, y allí ha nacido la mayor crisis humanitaria, por lo que se ha movilizado el apoyo internacional. Incluso UNICEF, que solía decir que Yemen era el país más peligroso en el que podía nacer un niño, ha cambiado de opinión. La comunidad internacional hizo oídos sordos a lo que está ocurriendo en Yemen, y durante el próximo período, parece que el expediente yemení se convertirá en un conflicto completamente olvidado, especialmente después de las amenazas de los hutíes de extender el caos a todas las ciudades del país.
La inflexibilidad de los hutíes y sus constantes amenazas de violencia harán que la comunidad internacional dé la espalda a Yemen y a su crisis de una vez por todas. Las recientes declaraciones de la embajadora de Irlanda ante el Consejo de Seguridad de la ONU, la presidenta Geraldine Byrne Nason, en el sentido de que la comunidad internacional está cansada de la guerra continua en Yemen, son los primeros signos de un completo abandono. El mundo no seguirá mimando a los hutíes indefinidamente.
Hay expedientes vitales más destacados en Afganistán y el expediente nuclear iraní, así como en Etiopía, los hutíes se encargan de hacer de Yemen una crisis olvidada a la que nadie presta atención. Esto se debe a que la ONU sabe que el destino de las acciones de sus cuatro enviados es inútil.
Este artículo apareció por primera vez en árabe en Al-Araby Al-Jadeed el 7 de septiembre de 2021
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