Un asesor del presidente tunecino, Kais Saied, declaró ayer a Reuters que tiene previsto suspender la Constitución y modificar el sistema político mediante un referéndum, en lo que constituye la primera indicación clara de sus planes tras las medidas que sus críticos han calificado de golpe de Estado.
Más de seis semanas después de que Saied se hiciera con el poder, destituyera al primer ministro y suspendiera el Parlamento el 25 de julio, todavía no ha nombrado un nuevo gobierno ni ha hecho ninguna declaración más amplia sobre sus intenciones a largo plazo.
"Este sistema no puede continuar... cambiar el sistema significa cambiar la constitución a través de un referéndum, tal vez... el referéndum requiere una preparación logística", dijo Walid Hajjem, un asesor de Saied.
Añadió que se trataba del plan del presidente, que estaba en la fase final y que se esperaba que se diera a conocer formalmente en breve, pero no amplió los cambios que Saied contemplaba.
La intervención de Saied ha sumido a Túnez en una crisis constitucional, aumentando la preocupación por el futuro del sistema democrático que adoptó tras la revolución de 2011 que dio lugar a la Primavera Árabe.
Se esperaba que Saied pasara a un sistema de gobierno presidencial que redujera el papel del Parlamento, algo que se ha debatido con frecuencia durante los años de bloqueo desde que se acordó la Constitución de 2014.
El presidente ha defendido sus medidas como necesarias y ha dicho que están en línea con la Constitución, ha prometido respetar los derechos de los tunecinos y ha dicho que no se convertirá en un dictador.
Sin embargo, las detenciones de miembros del parlamento tras el levantamiento de la inmunidad por parte de Saied y las numerosas prohibiciones de viajar a personas destacadas han alarmado a algunos defensores de los derechos.
Tanto las fuerzas nacionales como las internacionales han presionado para que Saied nombre un gobierno y demuestre cómo piensa salir de la crisis constitucional provocada por su intervención.
Túnez se enfrenta a graves problemas económicos y a una amenaza inminente para las finanzas públicas, y acababa de iniciar conversaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para un nuevo programa de préstamos cuando Saied destituyó al primer ministro.
Cualquier otra conversación con el FMI no podía tener lugar hasta que se instalara un nuevo gobierno que pudiera discutir de forma creíble las reformas fiscales que querían los prestamistas extranjeros.
Años de estancamiento económico y deterioro de los servicios públicos, agravados por la parálisis política, han agriado a muchos tunecinos la forma de democracia que adoptaron tras la revolución, y la intervención de Saied parecía contar con un amplio apoyo.
El poderoso sindicato tunecino, la UGTT, también le ha instado a nombrar un gobierno e iniciar el diálogo para cambiar el sistema político. Los responsables de la UGTT no estaban disponibles de inmediato para hacer comentarios.